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viernes, 26 de noviembre de 2010

Historia de la moda





Moda Otoño - Invierno - Jesús del Pozo

   
HISTORIA DE LA MODA Desde la préhistoria - moda italiana
   

PRÉHISTORIA - LA  MODA  - NORMANDA -  IRLANDESA  -  FRANCA
En 1.886, en la pequeña gruta de Cro-Magnon fueron encontrados varios esqueletos que permitieron afirmar que el hombre de esa raza alcanzaba una talla de 1,80 m, era robusto y vigoroso, de cráneo alargado y voluminoso, ligeramente aplanado en el occipucio, con una frente alta y arcos superciliares apenas salientes. El rostro, algo ancho en los pómulos, mostraba una nariz estrecha y larga. La mandíbula inferior tenia un mentón bastante pronunciado.

Los hombres y las mujeres de esa raza - qué vivió durante el periodo Paleolítico - cubrían el cuerpo con pieles a manera de taparrabos, que sujetaban con tiras de cuero crudo; se adornaban con collares hechos con las uñas y los dientes de los animales que cazaban para su sustento, así como también de caracolillos, que enhebraban en finas tiras de cuero.  Es posible afirmar que conocían el fuego, el cual era conservado ritualmente

Ante el avance de los glaciares, el hombre tuvo que refugiarse en las cavernas naturales para poder soportar los crueles fríos que sobrevinieron. Comenzó a utilizar nuevos elementos para la confección de las ropas de abrigo que se vio forzado a vestir. Con astillas pulidas de hueso creó la aguja y cosió sus prendas, con las que llegó a cubrir enteramente su cuerpo.

También empleó el marfil, que tallaba dándole formas diversas, y comenzó a decorar el interior de las cavernas que lo cobijaban con figuras de animales primorosamente dibujados y pintados. Estas manifestaciones de arte marcan los albores de una cultura que revela cómo las circunstancias crean en el hombre la renovación de sus ideas para una vida mejor.

Al retirarse los glaciares, el hombre primitivo buscó climas más benignos y templados, lo que le permitió conocer y desarrollar la agricultura, así como también emplear la lana de ciertos animales para la confección de tejidos que reemplazaran a las pieles. Los grupos de familias y, por consiguiente, de viviendas, fueron conformando poblaciones, y así nació la primitiva ciudad.

La vida en sociedad y el trabajo en colaboración lograron un relativo refinamiento, pues ya por entonces las mujeres se adornaban con pulseras y se pintaban el rostro, lo cual puso de relieve un naciente bienestar y seguridad con relación a la supervivencia. Además, como ejemplo de su incipiente artesanía, nos dejó valiosas muestras de una alfarería preciosamente decorada.

LOS SUMERIOS
La larga noche del salvajismo paleolítico y la plomiza claridad de la barbarie neolítica dieron paso, hace cinco milenios, en la Mesopotamia del Oriente Medio, a la primera civilización y, con ella a la historia. Una historia que comienza con la invención de la escritura.

Fueron las ciudades del país de Sumer, tales como la sagrada Nipur, la opulenta Ur y la orgullosa Nagash, las que nos dejaron, documentos escritos y obras de arte, la manifiesta fiebre creadora de aquellos hombres.

Los sumerios inventaron la rueda, construyeron palacios y templos en donde adoraban a sus dioses; fueron ellos quienes extrajeron el cobre, trabajándolo con fines útiles, mas tarde añadiéndole estaño, dieron con el bronce, aleación superior en resistencia y dureza. Fueron expertos artesanos y grandes escultores y dejaron elocuentes muestras de cincelado en plata y oro.
En el año 1.917 a. de C., los tres reinos de Elam, Asiria y Siria fueron unidos bajo el imperio de Babilonia. Asiria conquistó el imperio en 1.250 a. de C.; alcanzando su apogeo en las culturas mixtas de los siglos VIII y VII a. de C.

La indumentaria de los babilonios y asirios se componía de dos prendas: una túnica de talle recto con bordes guarnecidos con flecos, unas veces larga y otras corta, denominada candys, y un chal adornado de diferentes dimensiones.

Hombres y mujeres llevaban las mismas ropas, con la única diferencia de que los chales de las mujeres eran más amplios.Se usó el lino, aunque la lana era más común, con diversos bordados artísticamente diseñados.

Los vestidos llevaban borlas y flecos. Abundaban los colores brillantes, rojos, azules, verdes. El púrpura era usado solamente por los reyes, cuyas tiaras estaban adornadas con alhajas.El cabello largo y las barbas eran cuidadosamente dispuestos en forma de bucles prietos y ajustados.Poco se sabe de la indumentaria femenina. Las mujeres vivían retiradas de la vida publica, y no figuran en los bajorrelieves y esculturas que nos han dejado.

EGIPCIOS
La vestimenta de los egipcios consistía en pocas prendas que, por virtud del clima cálido y siempre igual, eran de lino y algodón. Las clases pudientes usaban una fina muselina translúcida que se tejía con el lino cultivado en las ricas llanuras fangosas del río Nilo.

La principal prenda masculina se llamaba shenti. Era una larga faja que se enrollaba en las caderas, sujetándose con un lazo o cinturón que remataba en un nudo. El vestido de las mujeres tenia corte recto y estrecho, como una vaina, y pendía por debajo del pecho hasta los tobillos, sostenido por uno o dos tirantes. Las sandalias eran fabricadas con suelas de cuero, papiro o madera y se ataban con cordones de cuero, metal o fibras de plantas.

Tanto los hombres como las mujeres se afeitaban la cabeza y usaban pelucas postizas. Las barbas de algunos dignatarios también eran postizas. Se decoraban los ojos, coloreaban sus mejillas y se pintaban los labios de color carmesí. Era muy común el uso de cosméticos y perfumes.

Entre los objetos que se empleaban para combatir el calor figuraban abanicos de hojas o plumas y parasoles de mando muy largo.

LOS HEBREOS
Luego de establecerse en la tierra prometida, los hebreos conservaron algunas prendas egipcias, tales como el delantal y la camisa. La tórrida temperatura de Canaán, obligo a los hombres a adoptar el kalasiris y el manto suelto. El kaftán y el ephod fueron las típicas vestiduras de este pueblo.

En los tiempos de David y Salmón, los hebreos acostumbraban a adornar mucho sus prendas. Los reyes usaban, para su traje de ceremonias, circulo o corona y largo bastón o venablo. Los sacerdotes vestían camisa talar, con aberturas a los costados. Sobre la túnica que prescribía el culto, el sumo sacerdote se ponía vestidura azul sin mangas, con el borde guarnecido de granates y campanillas, encima del ephod bordado en rojo y azul. Llevaba un casquete con una placa de oro con la inscripción: " Consagrado a Jehová".

Las mujeres hebreas vestían una camisa blanca con mangas y se cubrían con mantas de colores. Rizaban sus cabellos formando pequeños bucles, que trenzaban o los disponían en diadema alrededor de la raya. Usaban sandalias con correas, cadenillas de oro y lentejuelas.
La vestimenta de los persas, que tomaron importancia histórica a mediados del siglo VI antes de J: C., estaba basada en la de los asirios y los babilonios, con algunos elementos propios.

La prenda típica era el "candys", especie de túnica de lana hilo o seda importada del Lejano Oriente, que se adaptaba al cuerpo y tenia mangas amplias. El gran rey y los sátrapas o gobernadores vestían solamente el "candys" y el del monarca era de púrpura. Generalmente usaba la saya o túnica amplia sostenida con un cinturón. Por primera vez en la historia de la humanidad, aparece el uso de la ropa interior. Los persas fueron los creadores del bordado de aplicación, técnica que se introdujo en Europa después de las Cruzadas. Calzaban zapatos flexibles de cuero amarillo y de forma anatómica, atados a los tobillos con correas y botones. Los hombres tenían cabellos y barbas largos y rizados, y los nobles los espolvoreaban con polvo de oro. Los reyes adornaban su cabeza con tiaras y mitras. Otra prenda típica era el paño de barbilla, de hilo blanco, que se envolvía en la cabeza y el cuello. De la indumentaria femenina se conoce muy poco, pues las mujeres llevaban una vida de reclusión

Hasta el siglo XIII la vestimenta de los persas fue semejante a la que usaban en la época de su gran imperio. Su prenda característica era la túnica de lana o de seda, traída del Lejano Oriente, que, por lo general, les llegaba a los tobillos. Debajo de ella usaban prendas interiores, camisa y calzoncillos. Otra innovación eran las prendas cortadas y cosidas, con mangas aplicadas y gran amplitud en los puños. La túnica del monarca era de color púrpura, azul oscuro o blanca y el cinturón era tejido con hilos de oro. Las mujeres llevaban una vida recluida, por eso no S~ conocen muchos aspectos de su indumentaria. Por lo general, las damas nobles vestían una túnica talar y un amplio manto con adornos en los bordes. El calzado era de cuero flexible sujeto con cintas o cordones de cuero. Los soberanos o personajes principales, como los gobernadores o sátrapas, llevaban sobre su cabeza tiaras, mitras o sombreros altos de fieltro.

LOS GRIEGOS
Entre los siglos VII y I antes de la era cristiana, la prenda que usaban los hombres y las mujeres era el chitón, trozo rectangular de lana, que se recogía en los hombros con una fíbula, que era una hebilla o broche.

Las mujeres usaban un chitón largo, que les llegaba hasta los tobillos; en cambio, el de los hombres era corto y alcanzaba solo a las rodillas.

Los sacerdotes y algunos ciudadanos, en las ceremonias importantes se ponían chitón largo. Encima del chitón, las mujeres llevaban el peplo, que era un paño en forma de chal que colgaba desde el hombro hasta la cintura. Como abrigo se ponían el clamide, manto de lana de forma rectangular con pesos en las puntas para impedir que el viento los levantara; se ajustaba con una hebilla en el hombro o en el pecho. Tanto los hombres como las mujeres llevaron el himation, pieza de genero de un metro y medio por tres que solo cubría el hombro. Un adorno característico.

El teatro tuvo en Grecia una enorme importancia y los actores usaban una vestimenta especial, pues el teatro era al aire libre y debían hacerse oír y ver, desde las graderías donde se sentaba el publico. Los actores se ponían caretas especiales, según se tratara de una tragedia o una comedia, y calzaban coturnos, zapatos que tenían una suela alta para aumentar la estatura. Tanto los hombres como las mujeres eran aficionados a los perfumes. El cabello era corto en los hombres y sujetado con una cinta. Las mujeres se dejaban caer el cabello y lo llevaban unas veces rizado y otras sujeto en forma de tirabuzón, con horquillas de hueso o de marfil y oro. Cuando salían de viaje, los hombres usaban sombreros de fieltro, con alas muy anchas que se sujetaban con una correa a la barbilla; este sombrero se llamó petasos. El calzado más común para hombres y mujeres eran las sandalias de suela gruesa. Los adornos(pendientes , collares, brazaletes y anillos) tenían gran importancia y eran de una belleza incomparable, como todas las obras artísticas que nos dejo Grecia.

LOS ROMANOS
Desde el siglo I a. de J.C., la vestimenta principal de los romanos fue la toga, tanto para las mujeres como para los hombres. Mas tarde; la prenda femenina se llamó palla. La toga era semejante al himation griego, pero más amplia, y media unos 2,5 metros de ancho por 5,2 de largo. Se disponía sobre el cuerpo formando pliegues; un extremo se colocaba sobre el pecho y, atravesando por encima del hombro izquierdo, rodeaba la espalda, volvía hacia adelante pasando por debajo del brazo derecho, de allí tornaba otra vez sobre el hombro izquierdo y se ataba a la espalda. La toga de los senadores era blanca, con franjas de color púrpura. Los emperadores vestían una túnica bordada en oro y una toga bordeada de púrpura.

Desde sus orígenes, Roma luchó contra los pueblos vecinos y fue extendiendo paulatinamente sus dominios, hasta organizar el imperio más grande de la antigüedad. Para ello necesito contar con un buen ejercito. La unidad militar se llamaba legión, que equivalía al recluta o llamado a las armas; de allí el nombre de legionario dado a los soldados. Estos llevaban coraza, casco, escudo, perneras lanza o pilo y una espada corta llamada gladius. La primitiva coraza de bronce macizo fue sustituida por otra mas ligera - la loriga - , formada por pequeñas laminas de metal. Los soldados romanos, llevaban consigo todo lo necesario para subsistir, tanto las armas como los utensilios de cocina y su provisión de trigo para 15 días. Se los llamaba entonces impeditus (impedidos).Cuando iban a la batalla, dejaban sus bultos y eran expeditus, es decir listos para combatir. Cada legión portaba sus insignias particulares, que consistían en largas picas llenas de adornos y coronadas con la figura del águila.

Entre los antiguos romanos los gladiadores, eran por lo general, prisioneros, esclavos o condenados a muerte que combatían entre si o contra animales feroces en espectáculos que atraían a gran multitud en los anfiteatros. Esa costumbre data del siglo II antes de J.C., pero se hizo muy popular en época de los emperadores. Los romanos distinguían a los gladiadores por sus armas y su manera de combatir. Así estaban los mirmillones, que tenían un casco con una pieza de metal que cubría totalmente la cara y podía levantarse; los reciarios, que llevaban un tridente y una red con la que trataban de envolver la cabeza del adversario; los traces armados con escudo redondo y puñal; los secutores, con escudo y puñal, adversarios tradicionales de los reciarios. También había gladiadores que combatían a caballo. Cuando un gladiador era vencido, solo podía salvar la vida si así lo decidía el emperador o el pueblo.
LOS GALOS

Los galos eran un pueblo bárbaro, que habitaba en el actual territorio de Francia. Fuertes guerreros, fueron dominados tras larga lucha por Julio Cesar. La vestimenta que usaban era semejante a la de otros bárbaros que ocupaban Europa central y nórdica. Los hombres vestían pantalones, túnica corta con mangas, manta de lana, y en invierno capa de pieles. Las mujeres lucían túnica larga y, como abrigo, una manta cuadrada de lana gruesa fijada sobre el hombro con un broche. La túnica caía en suaves pliegues ajustada por un cinturón colocado debajo del pecho. Les gustaba usar alhajas - collares, brazaletes, pectorales, hebillas, etc. -, por lo general de bronce, pero también de oro, sabían forjar muy bien los metales, como lo prueban, además de las joyas, los cascos y las espadas de los guerreros. El calzado era sencillo, de tipo mocasín o sandalias que se ataba al pie con correas, también botas de cuero sin curtir, con bonitos adornos, los sacerdotes vestían amplia túnica y capa de color blanco.

LOS GERMANOS

Los germanos eran pueblos arios o indoeuropeos que habitaban en el centro de Europa. Entre ellos se distinguían los francos, burgundios, vándalos, visigodos, ostrogodos, anglos, sajones y otros, que irrumpieron violentamente en el Imperio Romano de Occidente y lo destruyeron en el año 476. Los germanos eran bravos soldados que cubrían su cuerpo con un simple trozo de piel, sujeto con un cinturón ancho de cuero, que llevaba a veces, adornos de metal. Protegían la cabeza con un casco también de metal. El calzado era sencillo: un mocasín sujeto con tiras de cuero cruzadas, que servían para sostener, en las piernas una especie de media de piel. Los adornos (por lo general, brazaletes) y los pectorales eran de bronce, lo mismo que los escudos.

LOS SÁRMATAS Y LOS DACIOS

Los sármatas y los dacios eran pueblos bárbaros que lucharon contra los romanos, y fueron estos quienes nos proporcionaron datos sobre la vestimenta de aquellos. Los sármatas, que habitaron en Rusia meridional, usaban pantalones más bien anchos, túnica con mangas ajustadas, sombrero en forma de gorro frigio y manto cuadrado o semioval que se prendía en el hombro derecho. Los guerreros usaban una túnica larga y, sobre ella, una túnica plegada sin mangas y una gorra en forma de casco.

Los dacios vivían en el mar Negro, los monte Cárpatos y el río Danubio. Su vestimenta era semejante a la de los sármatas: pantalón sujeto al tobillo, túnica estrecha y manto. Las mujeres usaban dos largos vestidos con mangas; en lugar de cinturón, un manto cuyo borde superior rodeaba las caderas y se ataba por delante.
Los escitas eran pueblos bárbaros, que habitaban en el norte del mar Negro. Sus costumbres eran semejantes a las de los nómadas mongoles. El traje de los hombres se componía de pantalón más o menos ancho, justillo abierto por delante y sostenido por un cinturón que sujetaba el pantalón, borceguíes(zapatos) encordonados en los tobillos y gorro alto, semejante al gorro frigio. Las prendas eran cosidas con finas tiras de cuero. Los escitas de la península de Crimea adornaban sus vestiduras con placas de oro. La gente común llevaba una túnica cerrada, abierta en el pecho. Las principales armas de los escitas eran el arco y la flecha. El primero era fabricado por dos cuernos unidos por el medio por un palo, con las flechas metidas en un carcaj de cuero labrado y suspendido de un cinturón. Llevaban, asimismo, espadas cortas y curvas, lanzas y hondas. Se adornaban con joyas de gusto bárbaro.

LOS PARTOS
Los partos fueron antiguos pueblos escitas que en el siglo III antes de J.C. organizaron un imperio, que fue abatido tras largas luchas por el emperador romano Trajano. Eran buenos jinetes y especialmente peligrosos cuando, fingiendo huir, disparaban por sobre el hombro flechas al enemigo que los perseguía. Por ello la retirada era peor que el ataque. Los partos usaban pantalones de diversos anchos, y sayos abiertos en toda su longitud a partir de la cintura o con un corte en el pecho y una banda alrededor del cuello.

La manga izquierda era mas larga que la derecha y cubría la mano, característica muy singular. Usaban sombreros altos. Los hombres que pertenecían a la nobleza usaban sayo, pantalón doble forrado de blanco y manto de color púrpura. L vestimenta de los reyes era semejante a la de los persas; sobre la túnica usaban un manto púrpura y corona.
Se llamo Imperio bizantino al Imperio Romano de Oriente creado a la muerte de Teodosio en el año 395, cuando el antiguo Imperio Romano, lo dividió en dos partes entre sus hijos Arcadio y Honorio, correspondiéndole al primero la región oriental. Este imperio duró hasta el año 1.453, cuando su capital, Constantinopla, cayó en poder de los turcos. El periodo más brillante de tan largo imperio fue el del emperador Justiniano, en el siglo VI. En esa época se importo de china la cría del gusano de seda, pues dos monjes - con el apoyo real - introdujeron, ocultos en una caña de bambú, huevos de gusano de seda y semilla de morera, planta con la que se alimentan los gusanos. La indumentaria real tenia influencias grecolatinas y magnificencia oriental. Tanto los hombres como las mujeres vestían túnicas de seda, damasco, brocado y otras telas suntuosas, ceñidas con anchos cinturones de cuero, muy trabajados. Sobre la túnica usaban una capa de forma semicircular, y sobre el costado izquierdo se colocaban una insignia o clavus. Las mujeres lucían vistosas joyas con piedras preciosas.

El Imperio Bizantino duro poco mas de diez siglos y, naturalmente, en tan largo periodo de debió defender muchas veces sus fronteras amenazadas por otros pueblos. En el orden interno eran frecuentes las intrigas palaciegas y rebeliones. De allí la necesidad de contar con un fuerte ejercito, y para formarlo se recurrió casi siempre a tropas mercenarias. Los soldados usaban una coraza de metal hasta la cintura con caídas de cuero. Los jefes principales llevaban una rica capa semicircular, sostenida por el clavus o insignia de dignatarios. El calzado era de cuero suave, y las calzas de seda labrada. La espada fue alargándose y los escudos adoptaron una forma ojival muy característica. Los soldados usaban una túnica corta y protegían su cabeza con cascos lisos de metal, escudo y espada. Algunos cuerpos eran muy hábiles en el manejo de las lanzas. Cada escudaron tenia su estandarte con diversas insignias, pero en la mayoría aparecían símbolos cristianos.

La civilización bizantina dio el primer paso para adaptar la vestimenta a las líneas naturales del cuerpo, ya que en la antigüedad era muy holgada. El atuendo masculino y femenino estaba constituido por tres prendas: la túnica, que alcanzaba la rodilla en los hombres y el tobillo en las mujeres, la dalmática, o capa de algodón o lana según las estaciones, larga y recta pero plegable, y otra especie de echarpe de seda recta echada sobre los hombros y recogida en el lado derecho con un broche. Las damas de la corte usaban túnicas de sedas ricas y sedas labradas. Recogían su cabellera con una cofia de seda o una red de perlas, costumbre que se adopto luego en el resto de Europa.

En las joyas usaban mucho las perlas que combinaban con diamantes y otras piedras preciosas. El traje sacerdotal era parecido al de los laicos, pero la túnica talar era blanca. Sobre ella colgaban la casulla, con una cruz bordada en la parte posterior. Los obispos usaban una larga banda blanca con una cruz negra.
Los godos conservaron el traje a la usanza germana ya que no fueron vencidos por los romanos, y solamente al final fueron adoptando las modas de estos últimos.

Llevaban anchos y largos pantalones con adorno dentellado. Los pantalones con franjas iban sujetos debajo de la rodilla, y los que eran lisos en los tobillos. Las prenda del cuerpo era cerrada y a menudo tenia un corte en el pecho y presilla en el cuello. Otras veces estaba abierta por delante o cerrada desde la cintura con botones.

Se ponían también un manto atado en hombro derecho con las puntas de arriba. Las mujeres llevaban vestiduras semejantes al "chitón " de las griegas y manto atado al hombro izquierdo. No usaron ni sombrero ni calzado.

LONGOBARDOS Y FRANCOS
Los longobardos y los francos eran pueblos bárbaros que penetraron en el Imperio Romano de occidente en la época de las grandes invasiones. Los primeros se establecieron en Italia y los segundos en el actual territorio de Francia, que precisamente, debe su nombre a este pueblo. Entre sus primeros reyes figuró Meroveo, que dio origen a la dinastía de los merovingios, en los comienzos de la edad media. Tanto los longobardos como los francos vestían como los antiguos germanos y su prenda principal era una túnica corta ceñida al talle sobre una prenda interior con mangas largas. Los reyes o jefes principales lucían un manto abrochado por delante sobre el hombro derecho. Los guerreros se protegían con una coraza de placas metálicas y durante las campañas invernales se cubrían con mantos de piel. Protegían su cabeza con cascos de metal, y a veces con una especie de capucha para resguardarse del frío. Los longobardos sabían trabajar muy bien el hierro y hacían joyas con este metal.

LOS FRANCOS
En el siglo VIII, Pipino el Breve destronó al ultimo rey merovingio, iniciando la dinastía de los carolingios, cuyo mayor representante fue Carlomagno, el cual fue coronado emperador en la Navidad del año 800. En esa época, la prenda interior o chainse evolucionó hasta convertirse en una camisa o ropa corporal de hilo o lana, que fue origen de nuestra ropa interior o ropa blanca. Sobre ella se colocaba una túnica corta que cubría las calzas. El emperador y los personajes principales usaban una capa que caía rectamente, tanto por delante como por detrás, y se abrochaba al costado. Los hombres solían llevar el cabello y la barba largos, las mujeres dos trenzas largas con una raya en el centro de la cabeza que patria el cabello. Las joyas eran de oro y plata con piedras preciosas incrustadas. Las mujeres cubrían la cabeza con un paño cuadrado de algodón, y en las iglesias usaban velos. Los reyes y el emperador lucían hermosas coronas con piedras preciosas.

LOS NORMANDOS
Los normandos (de north, norte, y man hombre) eran pueblos de origen germano que habitaron la península de Escandinavia y Dinamarca conocidos también con el nombre de vikingos. Hábiles y arriesgados marinos, los vikingos navegaron por el mar del Norte y el océano Atlántico, y se supone que llegaron a América mucho antes que Colon. En sus expediciones asolaban las costas y saqueaban las aldeas. Para tratar de detener las invasiones, el rey de Francia, Carlos el Simple, cedió, en el año 911, territorios al jefe vikingo Rolón, los que actualmente se denominan Normandía.

Debido a su actividad guerrera, el traje de los vikingos se componía esencialmente de una cota de malla de metal, gruesos pantalones de lana y capa también de lana sujeta a un costado.

Las pesadas espadas eran sostenidas por gruesas correas de cuero. Protegían la cabeza con cascos de metal, y cuando no luchaban llevaban gorros y chaquetas de piel.

Los normandos se habían establecido, a principios del siglo X, en el norte de Francia, en la región llamada Normandía. De allí partio Guillermo el conquistador, quien invadió Inglaterra y se impuso en la bata1la de Hastings en el año 1066. La conquista normanda abrió un nuevo período en la historia inglesa mejorando la organización y la cultura del país. La vestimenta se hizo más rica y comenzaron a usarse tejidos de seda, pieles y joyas. Durante el reinado de Guillermo l l apareció el primer vestido femenino de estilo princesa. Los hombres usaban guantes adornados con joyas, y los pantalones amplios fueron reemplazados por calzas ajustada. Los soldados protegían su cuerpo con casco y cota de malla de metal y túnica de cuero. En la lucha empleaban espadas, lanzas y hachas de metal y se cubrían con escudos metálicos.

En el siglo XII, después de la invasión de los normandos, apareció en las islas Británicas un nuevo vestido femenino llamado pelliza, que era una larga bata, suelta, con mangas que se ensanchaban en el borde y se ceñía en la cintura. Por lo general se usaban telas ricas y suntuosas, como paños de lana de Flandes o brocados de Venecia. También se adoptó el gabán o surcoat, que usaban tanto hombres como mujeres y que se sujetaba con un cinturón de cordel o por una pretina. Las mujeres cubrían su cabeza con un manto, y por el año 1200 peinaban sus cabellos hacia arriba protegiéndolos con una toca y un barboquejo de hilo blanco. Las clases populares seguían usando túnicas de rústicas telas de lana ceñidas con cinturones de cuero. Las capas amplias tenían caperuza. El calzado era de cuero blando o tejido con bordados. Las clases altas usaban guantes de cuero también bordados y con adornos de joyas.

La conquista normanda en Inglaterra tuvo gran influencia en la vestimenta, que se hizo más lujosa.

Comenzaron a usarse telas adamascadas con diseños de estrellas, medialunas, etc., y los nobles usaron finos tejidos bordados con hilos de oro. Sobre la túnica, tanto hombres como mujeres usaban el gabán abierto a los costados, ceñido con un cinturón de cuero, y calzaban zapatos tejidos o de cuero bordados.

Los campesinos seguían usando rústicas túnicas de lana con caperuzas. Había diferentes tipos de mantos: unos largos y sueltos, con capuchón o sin él, y otros con amplio cuello. A veces llevaban cuello de piel haciendo juego con gorros de piel o con las alas de los sombreros. Los hombres llevaban un cintur6n de cuero del que pendían una bolsita con dinero y una daga. Los hombres usaban, por lo general, el cabello largo, pero era también característico raparse los costados y la parte posterior de la cabeza.
Los primitivos habitantes de Irlanda, isla rodeada por el océano Atlántico y el mar de Irlanda, que la separa de Inglaterra, fueron los pictos, dominados luego por los celtas. Estos fornidos invasores lograron imponerse y formaron pequeños reinos. Por acción de esforzados misioneros se convirtieron al cristianismo y muchos de ellos se consagraron a evangelizar a los paganos. Irlanda soportó muchas invasiones a lo largo de su historia, y los irlandeses debieron defender con bravura sus tierras. Pueblo guerrero y de hábitos sencillos, su indumentaria era también simple: chaqueta y gorra de lana o de cuero en los crudos inviernos, pantalón de lana que cubría toda la pierna. Sabían trabajar muy bien los metales, con los que fabricaban sus armas. Hachas, espadas, etcétera. La vestimenta femenina también era muy sencilla: túnicas de lana ceñidas a la cintura con cinturones de cuero.

LOS ANGLOSAJONES
Los anglos y los sajones eran pueblos de raza blanca que habitaban en el continente europeo y que a mediados del siglo V de la era cristiana invadieron las islas Británicas. Se impusieron a los celtas y galeses y organizaron un reino. En estos pueblos la vestimenta tiene la influencia de los bárbaros y también de los romanos. Los hombres vestían una túnica corta de lana que en los nobles tenia diversos adornos. El manto o capa, también de lana gruesa, estaba sujeta a un costado por un broche. Usaban cabellos largos sujetos con una estructura de metal. Las mujeres llevaban, sujeta a la cintura, una larga túnica que cubría enteramente el cuerpo, y en la cabeza un manto semejante a la pella romana. Para ambos sexos las prendas principales eran la estola, la túnica y la palla, pero además, una prenda interior de hilo blanco o lana llamada camisola y que dio origen a la camisa. Los hombres calzaban zapatos de cuero bajos y las mujeres zapatos suaves de cuero o de genero.

LOS ESCOCESES
Escocia ocupa la parte norte de la isla de Gran Bretaña, y en el año 80 después de Jesucristo fue sometida por los romanos. Después de la caída del Imperio Romano de Occidente, el territorio se dividió entre los pictos, escotos, anglos y britanos, pero en el siglo VI el país se unió con la supremacía de los pictos. Durante siglos los escoceses lucharon contra los ingleses y noruegos para mantener su independencia. Los pictos se envolvían en una tela a cuadros llamada kilt, que a veces plegaban y sujetaban con un broche de metal en la cintura. El resto de la tela lo llevaban sobre el hombro izquierdo. Los colores de la tela indicaba la categoría del que los ostentaba. El rey podía usar 7 colores; la alta nobleza 5; la baja nobleza 4; los jefes de primera categoría 3; los de segunda categoría, 2 y los labradores y soldados un solo color. Usaban medias a cuadros que dejaban libres las rodillas.

Escocia está situada en la parte más septentrional de las Islas Británicas. En tiempos primitivos estuvo habitada por los pictos, que se opusieron a la conquista romana. Durante la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, los escoceses mantuvieron su independencia hasta que las coronas inglesa y escocesa se unieron bajo el reinado de Jacobo I. Pero los escoceses se mantuvieron fieles a sus trajes típicos, hechos con telas de cuadros de diferentes colores. Los hombres usaban el kilt, falda que llegaba hasta las rodillas; medias de lana también de cuadros, y un jubón ajustado con mangas acuchilladas. El traje masculino tuvo características bien definidas que perduraron a través de los siglos. En cambio, la vestimenta femenina varió de acuerdo con la moda europea.
Los alemanes eran pueblos que habitaban en el centro de Europa. Entre los siglos XI y XIII vestían una túnica que era igual para ambos sexos, pero en los hombres llegaba, por lo general hasta las rodillas; en cambio, en las mujeres hasta el suelo. Con el tiempo la túnica femenina se convirtió en un vestido muy ajustado, con mangas flotantes, que se usaba sobre una prenda interior o camisa. El clima frío obligo a usar tejidos gruesos y pesados. Los jefes y nobles vestían túnicas largas y capas amplias con algunos adornos. Los hombres se cubrían la cabeza con un típico sombrero de paño de una sola pieza y con ala ancha. Sobre la túnica se colocaban una capa corta, no muy amplia, abierta en los costados, lo que les permitía gran libertad de movimientos. Ambos sexos calzaban zapatos ajustados, pero muy flexibles, de cuero o de lona.

A mediados del siglo X se organizó en el centro de Europa el Sacro Imperio Romano Germánico, que comprendía lo que hoy es Bélgica, Holanda, este de Francia, Suiza, Alemania, Austria, Checoslovaquia, norte de Italia y parte de Hungría y Polonia. La mayoría de sus habitantes eran descendientes de las tribus germanas; de modo que su vestimenta característica era la túnica de lana corta y la capa gruesa sujeta a un costado. Pero el emperador y las clases elevadas comenzaron a usar telas más ricas fabricadas en Flandes, ciudad que pronto se destacó en la industria textil. La túnica femenina fue evolucionando hasta convertirse en un vestido propiamente dicho, adornado con oro y piedras preciosas. En la cabeza las mujeres usaban toca -ó corona en el caso de la emperatriz- y barboquejo de tela o bien redecilla de lana tejida con adornos de oro, plata y piedras preciosas. Los flamencos se destacaron también en tejidos de hilo y algodón y fabricaban velos de muselina y gasa empleados en tocas, barboquejos y pañuelos, que lucían las damas.

Durante la Edad Media, los caballeros y nobles alemanes cubrían su cuerpo con un conjunto de piezas defensivas que constituían la armadura. Ésta se componía, principalmente, de escudo, casco y cota de malla. Las armaduras fueron evolucionando en el transcurso de los siglos. Hasta mediados del siglo XII, el cuerpo y la cabeza se cubrían con una malla de metal denominada loriga. Más tarde se protegieron también las piernas y los pies con un tejido de malla de anillos de hierro. Posteriormente, las armaduras se formaron con placas de metal articuladas. Los cascos eran de metal de formas redondeadas y a veces puntiagudas y con un protector sobre la nariz. Encima de la cota de malla se colocaban la sobreveste o túnica de paño, de colores vivos, que servia para proteger del calor y del polvo, y la cual fue tomada, probablemente, de los turcos durante las cruzadas que se hicieron para rescatar el Santo Sepulcro de Jerusalén. Los escudos eran gruesas piezas de metal de forma triangular. Las principales armas ofensivas era la lanza y la espada de acero.

Las damas del Sacro Imperio Romano Germánico utilizaban para sus trajes telas fabricadas en Flandes, región en la que la industria textil de lanas, sedas, terciopelos e hilo fino había alcanzado gran desarrollo.

El atuendo principal consistía en un vestido largo que hacia el siglo XI l comenzó a usarse ceñido en la cintura, con mangas flotantes y sobre un corsé. Sobre éste se colocaba una túnica de escote alto, sin mangas, o un gabán con grandes bocamangas. Las telas eran suntuosas y de brillante colorido. Se adornaban con joyas de oro incrustadas con piedras preciosas, como collares, aros, anillos, brazaletes y cinturones. Los cabellos se usaban largos, formando trenzas sujetas, a veces, con largas cintas, o bien recogidos bajo una toca con barboquejo. El calzado era de cuero flexible adornado con tiritas de oro y perlas. Las mujeres del pueblo vestían túnicas de tela rústica sobre faldas amplias y capas sujetas en el pecho.

A fines de la Edad Media, los talleres de Flandes eran considerados los mejores de Europa, y ellos abastecían de ricas telas a los nobles. La mejor lana llegaba hasta esa región, donde hábiles artesanos fabricaban paños suaves y abrigados. Su cercanía con Alemania influyó decisivamente en la moda del Sacro Imperio Romano Germánico. La prenda principal continuó siendo la túnica, pero la del emperador y personajes principales llevaba adornos de pieles o tejidos de oro. El turbante o caperuza protegía la cabeza de los hombres; la cofia o redecilla, la de las mujeres. Éstas, por lo general, no usaban cosméticos. Todos calzaban zapatos de cuero suave y flexible bien ajustado. Las telas eran de colores brillantes, y tenían, como adorno característico, grandes festones en forma de pétalo. Un detalle muy importante para la moda: la aguja de acero se fabricó por primera vez en 1370 en la ciudad alemana de Nuremberg.

En los últimos siglos de la Edad Media, el Sacro Imperio Romano Germánico conservaba su importancia política y económica; de allí que también la moda alemana, basada en las ricas telas elaboradas en Flandes, se impusiera, sobre todo, en el centro y norte de Europa. Los vestidos femeninos eran ceñidos al cuerpo con cinturones de cuero anchos, y como abrigo se empleaban amplias capas de lana. Las mujeres usaban el cabello largo, suelto o recogido a los costados y en forma de trenzas sujetas como espirales. Sobre este peinado se colocaban una toca o redecillas con hilos de oro. La túnica de los hombres se transformó en una chaqueta forrada, de falda corta, y calzas largas y ajustadas. Hacia el siglo XIV los trajes perdieron la amplitud que tenían en los siglos anteriores y eran ceñidos al cuerpo. Los hombres protegían su cabeza con caperuzas de paño que a veces llevaban un reborde de piel de terciopelo.

La armadura protectora de los guerreros fue usada desde la más remota antigüedad, pero se generalizó en la Edad Media convirtiéndose en una pieza muy elaborada de gran calidad, no sólo técnica sino también artística. Los alemanes, que sabían trabajar muy bien los metales, fabricaron excelentes armaduras.

Un tipo muy común era la llamada cota de malla, hecha con anillos de alambre que luego se unían para formar un tejido continuo. Una buena cota de malla tenía entre 200 y 300 mil eslabones, y por eso su confección era realmente costosa. Pero protegía sólo contra puñales, flechas, espadas y lanzas, brindando poca protección contra los golpes de maza. Hasta comienzos del siglo XIII se usó este tipo de armadura, sobre la que se colocaba una túnica de cuero y luego se le fueron añadiendo planchas de metal en el pecho y la espalda para aumentar su valor. La cabeza estaba protegida con un casco de metal.

Desde fines de la Edad Media, los habitantes de la región de Flandes fueron considerados los más hábiles artesanos en las industrias que estaban relacionadas con la moda, en especial las telas, los encajes y los bordados. La túnica era la prenda de vestir más común para varones y mujeres, pero hacia el Renacimiento se notó una evolución. En los hombres la túnica se acortó y se hizo más ajustada. Esta prenda llegaba hasta la rodilla o mitad del muslo y se abotonaba adelante. Las mangas ofrecían gran variedad: eran muy amplias, abollonadas hasta el codo y abotonadas desde allí hasta la muñeca; en otros casos eran muy amplias y terminaban con el borde festoneado o con diversos adornos. Las calzas eran ajustadas y cubrían las piernas y el pie a modo de medias. Sobre ellas se colocaba el calzado, que era de cuero flexible. Los hombres usaban los cabellos largos hasta el hombro y cubiertos por pequeñas tocas o por especie de turbantes primorosamente plegados, hechos de terciopelo y seda.

En el siglo XV comenzó en Italia un importante movimiento renovador llamado Renacimiento, que se extendió luego a otros países del continente. La moda experimentó también notables cambios y apareció una neta diferenciación en las prendas. Ello se notaba en la vestimenta femenina de Alemania, pues la túnica se transformó en un vestido propiamente dicho. Este era ajustado en el talle, sin cuello, con la falda amplia y las mangas de forma muy variable. A veces eran flotantes y llegaban hasta el suelo, y otras muy amplias, abullonadas, pero sujetas con un puño a la muñeca. Debajo se usaba una prenda interior o camisa. Sobre el traje se colocaba otra prenda llamada gabán, que a veces era muy suntuosa, estaba bordada con hilos de oro y se sujetaba por delante con cintas. Como abrigo se llevaba un manto de lana gruesa forrado con pieles y sostenido por una cadenita o cordón en el pecho. Los cabellos se llevaban largos, pero por lo general recogidos por medio de redecillas o tocas de formas muy variadas.

En el siglo XV la industria textil había alcanzado gran desarrollo en Flandes, región que proveía de telas no sólo a Alemania sino también a Francia, Inglaterra y aun a Italia, donde había también importantes fábricas de tejidos. Hacia esa época, los hombres usaban una túnica ajustada que se extendía hasta la mitad del muslo, abotonada adelante. Con el tiempo, esta túnica se transformó en l una chaqueta forrada con faldellín corto. Una característica distintiva de la moda de ese siglo fue la combinación de dos o más colores formando rayas, y se combinaban rayas horizontales con rayas verticales. Los nobles usaban como complemento, pequeñas capas de terciopelo, de seda o de otras telas suntuosas. La túnica corta presentaba enormes variaciones y adornos: bordados, pieles, etc.Los burgueses siguieron usando túnicas amplias y más largas. En invierno se usaban gruesos paños de lana, en la que los flamencos eran hábiles tejedores, pero también sabían fabricar telas de hilo y algodón.

En el siglo XV la túnica casi había desaparecido para dejar paso a una chaqueta corta, en el vestuario masculino, y a un vestido propiamente dicho, en la vestimenta femenina. El corte ajustado de la prenda en la cintura obligó a llevar debajo un corsé. El escote era, por lo general, redondo y sin adornos. Las mangas, en cambio, presentaban gran variedad. Las del vestido eran flotantes, con los bordes trabajados, y dejaban ver las mangas de la camisa, abullonadas y sujetas en el puño. Las prendas interiores se hacían de algodón o de hilo y también se usaban pañuelos y tocas de gasa, muselina, etc. Las mujeres usaban el cabello largo y liso, dividido por una raya al medio y peinado con dos trenzas que caían sobre el cuello, o bien formaban espirales a ambos lados del rostro. Sobre el peinado se colocaba una cofia o corona de oro sobre una gorrita de hilo, o redecillas de lana tejidas, o hilos anudados de oro y de seda, o turbantes de seda o terciopelo con adornos de plumas o piedras preciosas.

En Hacia el siglo XV apareció en Alemania una especie de túnica ajustada que se extendió hasta la mitad del muslo. Se llevaba abotonada en el frente, de arriba hacia abajo, y tenía las mangas muy ajustadas y, por lo general, abotonadas desde el codo hasta el dedo meñique. Las mujeres usaban también una prenda semejante que, además, tenía un faldellín que caía hasta el suelo formando pliegues. Los tejidos eran, por lo común, de lana gruesa para soportar los climas rigurosos. También se empleaban telas suntuosas, como terciopelos, brocados, lanas bordadas con hilos de oro, etc. Las túnicas cortas se usaban forradas con telas de colores contrastantes o de pieles. Las pieles cubrían, también, el borde de las túnicas y el cuello. Para proteger la cabeza lucían sombreros con adornos de plumas, tocas, turbantes plegados, etc. El calzado era muy sencillo, ajustado al pie y de cuero flexible.

Desde fines de la Edad Media y durante la época del Renacimiento, el tocado femenino adquirió gran importancia como complemento del atavío. La utilización de diversos materiales contribuyó a darle gran variedad y atractivo. En una época en que el vestido comenzaba a aparecer como tal, diferenciándose de la túnica el tocado contribuía a realzarlo y, en cierta manera, Indicaba la condici6n social de quien lo llevaba. Las damas de la nobleza usaban una gorrita de hilo con barboquejo y sobre ella una corona. Otras veces, la corona se colocaba sobre una redecilla de lana tejida o cordones anudados de seda, oro o plata. También se usaban turbantes de dos o más telas combinadas, como terciopelo, brocado, seda, etc., bordados y adornados con piedras preciosas, plumas de garza, etc. Los cabellos se usaban largos, con raya al medio y formando trenzas, que se arrollaban en espirales a ambos lados del rostro.

A principios del siglo XV se usó en Alemania una túnica ajustada que se extendía mas o menos hasta la mitad del muslo, abotonada de arriba hacia abajo. Las mangas eran largas y estrechas y, por lo general, se abotonaban desde el codo hasta la muñeca. Encima de la túnica se usaba un gabán de grandes bocamangas adornadas con piel, lo mismo que el ruedo. La túnica de los hombres fue evolucionando lentamente y se transformo en una chaqueta forrada con un faldellín, que se prolongaba hasta la mitad muslo o hasta las rodillas. El pantalón era muy ajustado y se prolongaba hasta el pie. Sobre el s colocaba un zapato suave y de cuero flexible. Las capas de abrigo eran amplias, pero cortas. En la cabeza usaban un sombrero con alas, tocas, turbantes con primorosos pliegues, y caperuzas unidas a las capas.En la cintura llevaban gruesos cinturones de cuero con adornos de metal de donde pendían las armas (espadas o puñales); también, llaveros o bolsitas con dinero.

El tocado fue una prenda de gran importancia en la moda femenina. En Alemania y Flandes se utilizaron diversos materiales, sedas, brocados y otras telas suntuosas, lo que contribuyó a darle gran variedad. Pero el tocado no sólo realzaba el vestido sino que era también símbolo distintivo de la condición social de la mujer Las damas peinaban el cabello tirándolo hacia atrás, alisado sobre la cabeza, con largas trenzas que formaban espirales a ambos lados de la cabeza. Las damas de la nobleza usaban turbantes, gorritos y especies de coronas de terciopelo con bordados de oro, plata y piedras preciosas. Las mujeres de condición humilde usaban velos o pañuelos de color que cubrían los cabellos. Las alemanas y las flamencas no empleaban cosméticos, pero en cambio tenían afición por los colores brillantes. Las joyas preferidas eran cadenas y medallas de oro con incrustaciones de piedras preciosas.

En la segunda mitad del siglo XV la moda en Alemania se caracterizaba por la utilización de paños de diferentes colores. La túnica corta o las capas, así como también las calzas, se confeccionaban de paño combinando franjas con colores contrastantes y diferentes entre las dos mitades. A veces una pierna era lisa, de un solo tono, y la otra de dos o tres tonos. El traje era también un símbolo de la jerarquía o de la ocupación de la persona, pero la prenda más corriente era la túnica corta que llegaba hasta las rodillas o la chaqueta ajustada que se prolongaba hasta las caderas. Las armaduras de la época ofrecían también un aspecto muy curioso por la combinación de las diversas piezas, que presentaban notables diferencias entre el lado derecho y el izquierdo. El cabello se usaba, por lo general, largo, cayendo sobre los hombros, y en las ceremonias los nobles usaban tocados con adornos de plumas. El calzado era muy simple y de cuero suave y flexible, pegado al pie y, por lo general, sin ningún tipo de adorno.

En la segunda mitad del siglo XV en Alemania y en los diversos países europeos, la vestimenta era un signo distintivo de las clases sociales. La de los nobles estaba confeccionada con ricas telas y paños de Flandes, con bordados y adornos de pieles o incrustaciones de joyas. En esa época las ciudades comenzaron a florecer, y sus habitantes o burgueses prosperaron por el desarrollo del comercio y la industria. Sus trajes, si bien tendían a asemejarse con los de la nobleza, carecían de la suntuosidad de los de ésta. Los campesinos y los artesanos usaban túnicas cortas o chaquetas que caían hasta la cadera y que se prolongaban con una capucha o caperuza que cubría la cabeza. Las campesinas vestían faldas amplias, que, a diferencia de las de las damas, llegaban sólo hasta media pierna. Como abrigo usaban una chaqueta corta y ajustada de paño grueso. El tocado era sencillo y cubría los cabellos, que, por lo general, eran largos y sujetos formando trenzas.

El centro de la moda para los alemanes en la época del Sacro Imperio Romano Germánico se encontraba en la región de Flandes, donde había fábricas de tejidos de paño de lana y también de sedas, brocados, terciopelos, etc. A principios del siglo XVI surgió la moda llamada de los acuchillados, que tuvo un origen muy curioso. En el año 1477, los soldados suizos mercenarios al servicio del emperador alemán obtuvieron una gran victoria sobre el duque de Borgoña, y entonces remendaron sus uniformes con jirones tomados de las tiendas de campaña, banderas y otras piezas que los borgoñones habían abandonado en su huida.

Pronto imitaron esta moda otros soldados, especialmente los mercenarios llamados lansquenetes. Por eso su uniforme llegó a ser estrafalario: los pantalones eran acuchillados y no sólo de diferentes tonos en cada pierna, sino de dos o más colores en cada pierna. Las mangas, que sobresalían del capote ajustado, eran también acuchilladas, lo mismo que el sombrero adornado con plumas.

En el siglo XVI, el Sacro Imperio Romano Germánico fue gobernado por monarcas de la casa de los Habsburgo, como Maximiliano l y Carlos V (este último era rey de España con el nombre de Carlos I, antes de ser electo emperador). En esta época el imperio pasó por luchas internas, provocadas por la reforma religiosa y por levantamientos de campesinos, que atravesaban por una angustiosa situación económica. Los campesinos vestían telas gruesas y burdas, túnica corta que, a veces, se prolongaba en una caperuza que protegía la cabeza, y pantalón ajustado. A veces, la caperuza se extendía como una especie de capa que cubría los hombros y llegaba hasta la mitad del pecho y la espalda. El calzado era de cuero; algunos llevaban botas o tiras de cuero arrolladas alrededor de la pierna hasta la rodilla. Los zapatos eran cuadrados en la parte delantera y muy estrechos en el talón. Los hombres usaban los cabellos largos que les llegaban hasta los hombros, y las mujeres sujetaban el cabello con redecillas.

En el siglo XVI, época de gran esplendor del Sacro Imperio Romano Germánico, las damas de la nobleza utilizaban telas suntuosas para la confección de su vestimenta. Las telas, por lo general, venían de Flandes: lanas, sedas, brocados, terciopelos y encajes. También de allí provenían telas suaves de hilo, muselina y gasa que se empleaban para confeccionar tocas, velos y pañuelos. Este accesorio comenzó a tomar mayor importancia en esta época y se le empleó no sólo para la higiene sino como un adorno. Existieron pañuelos de mano con bordados, puntillas, etc., y otros más grandes que se colocaban alrededor del cuello. El vestido era ajustado en el talle y con la falda muy amplia. Las mangas se usaban acuchilladas, en dos tonos contrastantes. Las mujeres llevaban el cabello largo, alisado, y sujeto con dos largas trenzas que se arrollaban en espiral a ambos lados de la cabeza, la cual, por lo general, se cubría con un amplio tocado de hilo blanco, liso, bordado o con aplicaciones.

En el siglo XVI, el traje femenino en Alemania (que formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico) se destacaba por su suntuosidad. A ello contribuían las ricas telas procedentes de Flandes, como terciopelos, sedas, brocados y encajes. El vestido era ajustado en el busto y el talle, y con un escote amplio en forma de óvalo que llegaba hasta el extremo de los hombros, o bien cuadrado o redondo. La falda era amplia, con pliegues, y llegaba hasta el suelo. Las mangas eran muy ajustadas en el brazo, y en el hombro y codo presentaban pliegues o cortes del tipo acuchillado. Los tocados eran muy diversos y a veces, cubrían la larga cabellera. Por lo general, eran de tela fina y tenían adornos de hilos de oro, bordados y alguna piedra preciosa incrustada en el centro, sobre la frente. También se usaban amplios sombreros de terciopelo acuchillados, con vistosas plumas. Las joyas preferidas eran los collares de oro y plata en forma de cadenas. Algunos detalles de la vestimenta distinguían a las mujeres casadas de las solteras.

LOS ITALIANOS
Durante los primeros tiempos de la Edad Media, los hombres y las mujeres de Italia continuaban vistiéndose de manera semejante a la de los antiguos romanos. Pero poco a poco la vestimenta se fue modificando por influencia de los bizantinos. Al principio se usaba una túnica larga y sobre ella una capa que se cerraba sobre el pecho con un largo alfiler o hebilla. Los hombres se ponían largas calzas ajustadas y sostenidas por un cinturón de cuero. Hacia el siglo XI comenzó a usarse la túnica interior de lana, hilo o seda cerrada en el cuello y puños con lazos. En esa época las telas empleadas en las túnicas eran más de seda o lana bordada, y forradas con pieles en el invierno. El calzado era de cuero suave, adornado a veces con bordados y hasta con joyas. La cabeza masculina era protegida con cascos de metal y también con caperuzas de lana y gorros con adornos de piel.

Hacia el siglo XIII, es decir a fines de la Edad Media, la vestimenta de los nobles italianos se confeccionaba con telas pesadas y ricas, con bordados, y forradas con pieles en invierno. La túnica superior de los hombres se fue haciendo más corta y cubría sólo las rodillas. Así la usaban principalmente los jóvenes, que por eso fueron tachados de "indecentes" por los mayores. Esta túnica Iba acompañada, a menudo, por calzas largas y ceñidas, de color rojo, con ligas con adornos de oro y piedras preciosas. El brocado y el terciopelo eran las telas más empleadas. Tanto los hombres como las mujeres llevaban capas muy amplias y suntuosas. La túnica femenina llegaba hasta los pies y tenia cola. En esta época aparece el color negro como señal de luto, pero también este estado se expresaba con cintitas blancas colocadas sobre el manto. La cabeza estaba protegida por tocas de gasa, y los cabellos se llevaban largos o recogidos con trenzas..

A fines de la época medieval, la vestimenta va adquiriendo en Italia características propias. Hacia el siglo XIII, la túnica masculina, que era amplia y larga, se va acortando y cubre solamente las rodillas. A veces, la túnica caía derecha y otras se sujetaba con un cinturón, dejando un faldellín debajo de la cintura. Los varones usaban calzas largas, hechas al sesgo, con ligas de oro y adornos con joyas. Tanto las mujeres como los hombres gustaban de las telas suntuosas, como sedas, brocados y terciopelos de color escarlata, azul, verde o púrpura. En esa época, los brocados de la isla de Sicilia eran considerados los más bellos del mundo. Se usaban amplias capas flotantes que en invierno llevaban adornos de pieles, siendo las de armiño las preferidas por los príncipes o jefes de Estado. La cabeza de los hombres estaba protegida por una capucha que, por lo general, terminaba en una punta muy larga que se envolvía en el cuello, en un brazo o en torno de la cabeza, a modo de turbante. Pero esto era sólo privilegio de los nobles.

Al regresar de Tierra Santa, los cruzados trajeron a Occidente telas y accesorios usados en los países orientales con los que habían estado en contacto. En Europa, y principalmente en Italia, se pusieron de moda bolsos, zapatos, guantes y cinturones ricamente bordados. En las telas se aplicaban perlas, lentejuelas y bordados de estilo persa. Hacia el siglo XIV comenzaron a usarse prendas divididas en cuartos y mitades; cada parte tenía colores contrastantes e inclusive cada media o cada zapato era de color distinto. El calzado era suave y flexible, de cuero o de terciopelo, con bordados en colores y aplicaciones de oro y piedras preciosas. Las puntas de los zapatos de los hombres eran tan alargadas que hasta se llegó a sujetarlas en lo alto por medio de cadenitas. El peinado femenino era de estilo madona, es decir, los largos cabellos divididos en el centro, ceñidos a la cabeza y rematados con una corona de trenzas. Sobre ellos se colocaba un velo, redecilla o casquete.

A fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna el lujo oriental entró en Europa a través de Italia. Comenzaron a usarse sedas, brocados, telas con diseños adamascados, joyas y accesorios suntuosos. En esa época el traje indicaba el rango social y, por ello, las autoridades fijaron por decreto quiénes podían usar prendas de costo elevado, y hasta se fijó el largo que debían tener las colas de los trajes.

Hacia los siglos XIV y XV se operó un cambio notable en la indumentaria masculina. El traje se componía de una camisa, una túnica y calzas. Encima de la túnica se llevaba una chaqueta o jubón.

La camisa o prenda interior era amplia, fruncida en el escote y los puños. Los nobles vestían camisas bordadas con hilos de oro. En invierno se usaban capas enteras que se continuaban con capuchas para proteger la cabeza. Entre los accesorios más costosos figuraban los guantes perfumados y los pañuelos de seda, que se llevaban como signo de ostentación.

ALa situación privilegiada de Italia en el centro del Mar Mediterráneo permitía realizar un activo comercio entre Oriente y Occidente, en especial a fines de la Edad Media y principios de la Edad Moderna. Del Asia se trajeron telas suntuosas, sedas, brocados, etc., y accesorios como abanicos, guantes perfumados, espejos, etc. En Italia fue donde primero se usaron abanicos, algunos de los cuales estaban adornados con plumas de avestruz o de pavo real y con mangos de oro o marfil. Las joyas eran pesadas, de oro macizo, cadenas con pendientes y cinturones. La gran demanda de seda determinó la instalación de la primera fábrica de seda en Palermo, sur de Italia, en el año 1148.

Lospuertos de Venecia y Génova eran los más activos, y por ellos se introducían mercaderías suntuosas que luego se llevaban a otros países europeos. Venecia alcanzó suma prosperidad, y la moda veneciana tuvo, hacia el siglo XIV gran influencia en el resto del continente.

El movimiento renovador conocido con el nombre de Renacimiento comenzó en Italia en los siglos XIII y XIV y alcanzó su apogeo en los siglos XV y XVI. Muchos factores determinaron que en la península se iniciara la búsqueda de los modelos grecorromanos menospreciados durante la Edad Media. Entre los más importantes figuran los mecenas, príncipes, nobles, pontífices, que ayudaban a los artistas. Lorenzo el Magnífico, duque de Médicis, en Florencia, fue un generoso mecenas que impuso, además, cambios en la indumentaria masculina. Los hombres usaban camisa, calzas y una prenda denominada jubón o chaqueta. El jubón podía ser corto, llegando hasta la cadera, o bien largo, alcanzando casi las rodillas, pero siempre sujeto a la cintura por medio de un cinturón. El escote era redondo o en forma de V, y las mangas presentaban gran variedad. Al principio, las mangas estaban ajustadas al brazo y luego ajustadas en el antebrazo y abullonadas arriba. Otras veces las mangas eran cortas y amplias, adornadas con rebordes de piel.

El cambio en la indumentaria fue notable durante el Renacimiento. Las damas de la nobleza usaban vestidos confeccionados en ricas telas, especialmente sedas, terciopelos y brocados traídos de Oriente y luego fabricados en la misma Península. Los bordados con hilos de, oro y perlas les conferían aún mayor suntuosidad. Del norte de Europa se importaban pieles de marta, armiño, zorro, que se utilizaban para confeccionar capas o bien cuellos u otros adornos del traje. Por lo general, el vestido era de talle corto, con cinturón debajo del busto. Los escotes se hacían redondos, cuadrados o en forma de V. Las mangas eran muy amplias en la muñeca y caían casi hasta el borde del vestido. El vestido de las criadas o personas humildes era más corto y, naturalmente, de tela rústica. El cabello se usaba largo, partido en el medio al estilo madona, o con trenzas que formaban una especie de tocado a ambos lados de la cabezal.

En la época del Renacimiento, los vestidos de las damas de la nobleza estaban realizados con telas suntuosas (sedas, rasos, brocados, terciopelos) y bordados con hilos de oro, perlas y piedras preciosas.

Las perlas traídas de Oriente eran muy solicitadas y se convirtieron en el adorno principal de la vestimenta. De las regiones nórdicas de Europa llegaban pieles finas, como el armiño, lince, zorro y marta, para adornar los mantos y las capas. El vestido era de talle corto y ajustado y las faldas muy amplias. Las mangas se usaban ajustadas a principios del siglo XVI, pero luego se impuso la moda de las mangas muy hinchadas y acuchilladas, lo que permitía ver una ropa interior de fino hilo blanco. A veces se usaba un cinturón cubierto de alhajas y se suspendía de el un rosario, un abanico o un monedero. El cabello se llevaba largo, pero recogido en la nuca con un moño o bien formando una trenza atada con una cinta.

También se usaba otro estilo, en el que el cabello estaba partido en la frente y caían a los costados rulos de cierta longitud.

En el siglo XVI, la moda se caracterizó por su fastuosidad y por el empleo de telas suntuosas adornadas con bordados. Los trajes, tanto de los hombres como de las mujeres de la nobleza, tenían bordados con hilos de oro y plata y también con hilos de color rojo y negro. En esa época se difundió en Europa el uso de la aguja de acero, que habían introducido los moros en España. Este instrumento permitió realizar bordados mas finos y delicados. Italia y Flandes rivalizaban con este tipo de trabajo, del que surgió luego el encaje. Durante la primera mitad del siglo XVI, los encajes eran simples galoncitos o trencillas que se usaban para entrelazar diversas partes de la vestimenta. Luego, se fabricaban utilizando hasta quince hebras de hilos diferentes. Las damas adornaban su cabeza con redecillas sujetas con cintas: también lucían pequeñas tocas o velos de gasa ondulante. Las novias llevaban sobre sus largos cabellos sueltos, guirnaldas de flores. Un adorno muy difundido consistía en una sola joya que pendía sobre la frente con una fina cadenita. Este detalle puede verse en un cuadro de Leonardo da Vinci.

El traje de la dama de la época del Renacimiento en Italia era sumamente artístico en su diseño y realizado con telas muy costosas. Las preferidas eran las sedas, rasos, terciopelos, brocados, damascos, enriquecidas aún más por los bordados con hilos de plata y oro, y con el agregado de perlas y piedras preciosas. El corpiño era de talle corto y la falda amplia. A veces se usaba una especie de sobrevestido con sisas muy grandes por donde pasaban las mangas ajustadas o bien muy amplias y acuchilladas. En estos casos el escote tenia forma de V y llegaba hasta la cintura, dejando ver una pechera ajustada y con cuello redondeado. En invierno se usaban capas forradas con pieles de marta, armiño, zorro, etc. La difusión de la aguja de acero introducida por los moros en España permitió realizar bordados más finos y delicados, e Italia, junto con Flandes, fue la región donde se realizaron los más bellos. Los abanicos volvieron a estar de moda, y en Venecia se usaban hermosos abanicos de plumas.

A mediados del siglo V el Imperio Romano de Occidente estaba amenazado por hordas de pueblos bárbaros que cruzaban sus fronteras. Los hunos, al mando del cruel Atila, asolaban todo a su paso; en busca de refugio, los pobladores del Norte se agruparon en una lengua de tierra que emergía en la zona del Véneto. Allí levantaron casas, cuyos cimientos estaban debajo del agua, y por medio de puentes unieron las diversas islas. Por los canales que había entre ellas circulaban barcas, y pronto la ciudad de Venecia tomó una fisonomía particular. Con el paso de los siglos la ciudad se convirtió en centro de un activo comercio por el mar Mediterráneo, transformándose en un rico emporio. La república de Venecia estaba gobernada por una oligarquía de familias nobles. El jefe o dux ejercía el poder asesorado por un Consejo Mayor. En el siglo XV, Venecia conservaba aún su gran esplendor y los nobles usaban una rica vestimenta. Se preferían las telas suntuosas, como rasos, sedas, brocados y terciopelos, combinándose los colores para dar mayor atractivo al conjunto.

Como ya hemos señalado en notas anteriores, la vestimenta de los italianos en la época del Renacimiento se caracterizó por su fastuosidad. A ella contribuían las telas suntuosas (sedas, brocados, terciopelos) y los bordados realizados con hilos de oro o plata, a los que se añadían perlas y piedras preciosas. El vestido femenino tenía el busto ajustado, el escote amplio y la falda hasta el suelo. También su usaban vestidos exteriores con cintura y sin mangas, y sayas interiores con mangas largas ajustadas o bien acuchilladas. La cintura era muy alta y la falda se prolongaba, a veces, en una cola corta. Otra prenda común era la "giornea", ropaje sin mangas, abierta a los lados, que dejaba ver el vestido interior y las mangas. Las mujeres usaban los cabellos largos, cubiertos por un pequeño velo, a veces sueltos y sujetos por una fina cadenita que cruzaba la frente, o bien recogidos debajo de una toca o turbante. Las damas de la nobleza lucían coronas con perlas o sujetaban los cabellos con cintas bordadas y lazos.

Con anterioridad hemos destacado la importancia que tuvo la moda en Italia en la época del Renacimiento. Los nobles usaban una vestimenta suntuosa confeccionada con ricas telas de brocado, terciopelo, seda, etc., enriquecida con bordados de hilos de oro y plata, con perlas y piedras preciosas. Una característica del traje femenino fue una especie de doble vestido, como se ve en el modelo de la página; el exterior es de seda con flecos dorados y el interior es de brocado. La chalina es de muselina y el tocado es un birrete bordado con hilos de oro y perlas. El traje masculino ilustrado es de terciopelo con cuello de pieles, jubón cerrado con cordoncillos sobre camisa blanca, mangas acuchilladas y gorrito de terciopelo. Las calzas están parcialmente coloreadas. Los tocados eran muy variados y consistían, por lo general, en coronas o diademas con perlas o piedras preciosas y cintas. También se usaban botas de género abotonadas en el lado interior de la pierna.

En la Italia del Renacimiento comenzó a diferenciarse netamente la vestimenta de las diversas clases sociales. La de la nobleza, en particular, se destacó por su suntuosidad y la utilización de ricas telas, bordados y pieles. Pero también empezaron a adquirir caracteres típicos las vestimentas de los habitantes de las diversas regiones, cada una de las cuales tiene un detalle singular. Así se distinguían las ropas de los campesinos del norte (Florencia, Milán, Venecia, Mantua), de los del centro y de los del sur (Nápoles, Calabria, Sicilia). Los aldeanos usaban calzas ajustadas y capas amplias y cortas, reforzadas con una especie de sobrecapa que cubría los hombros. El vestido femenino tenía falda amplia y larga, talle ajustado y, sobre el mismo, se usaba un delantal que cubría casi enteramente la falda. Los cabellos se llevaban recogidos y protegidos con una toca o pañuelo que se prolongaba alrededor del cuello. Las tocas eran pequeñas y de formas variadas. El calzado era de cuero suave y carecía de adornos.

partir del Renacimiento comenzó a diferenciarse la vestimenta de las diversas clases sociales. La de la nobleza se destacó por su suntuosidad y por la utilización de hermosas telas y bordados. En aquella época, Italia era uno de los más importantes países que fabricaban telas suntuosas con métodos que habían copiado de Oriente. Pero también comenzaron a adquirir caracteres típicos las vestiduras de los diversos reinos y ciudades de la península itálica. En el siglo XVII las damas nobles usaban un vestido ajustado en la cintura con la falda amplia que llegaba hasta los pies. Sobre él llevaban un abrigo de terciopelo con hilos de oro. El tocado era sencillo y comenzaron a usar sombreros con plumas igual que los caballeros. La gorguera se popularizó en esta época: adquirió una forma especial de cuello rizado y pasó a ser parte de la indumentaria masculina. En el siglo siguiente, la gorguera alcanzó tamaño desmesurado; en las mujeres, forma de abanico.

partir de la época del Renacimiento comenzó en Italia a diferenciarse la vestimenta de las diversas clases sociales. Pero además se fue imponiendo la influencia de la moda francesa. La moda basada en telas suntuosas traídas de Oriente y que usaban los venecianos, florentinos y romanos se modificó por el agregado de encajes y plumas provenientes de Francia. La casaca tenía mangas acuchilladas, con botones que dejaban ver gran parte de la camisa; por lo tanto, ésta requería esmerada confección. Los cuellos eran amplios y se ataban por delante con cintas y cordones con borlas de seda, Las bragas eran cortas y amplias y se colocaban sobre medias de seda roja. Las botas de cuero se distinguían por la amplitud de la parte superior. Sobre la chaqueta, cruzaba el pecho el tahalí (de cuero o de raso) sujeto desde el hombro derecho hasta la cadera izquierda. El sombrero era de fieltro con las alas onduladas y adornadas con plumas.

LOS MOROS
A principios del siglo VIII los árabes invadieron España y allí permanecieron hasta fines del siglo XV, en que fueron expulsados tras cientos de años de lucha. En la península ibérica los musulmanes recibieron el nombre de moros, y su influencia en la cultura fue notable, ya que, a manera de puente, vinculaban las antiguas civilizaciones de Oriente con las de Occidente. Su vestimenta era sencilla y voluminosa, de pura lana, y destinada principalmente a protegerles del calor excesivo. Llevaban dos túnicas: una larga y recta, que les llegaba hasta los tobillos y carecía de mangas, y otra más amplia, que tenía largas mangas flotantes. Un cinturón de cuero recogía la túnica exterior. Cubrían la cabeza con una caperuza que estaba adherida a la túnica exterior y que se conoce con el nombre de albornoz. Tanto los hombres como las mujeres vestían pantalones. Los personajes distinguidos usaban telas suntuosas, como sedas, damascos, brocados, etc. El tocado característico era el turbante, arrollado de diversas maneras.
LOS SUIZOS

Suiza es un país situado en la zona montañosa de los Alpes y paso obligado entre Francia, Italia, Alemania y Austria. Sus primitivos habitantes fueron los helvecios, sometidos por Julio Cesar en el año 58 antes de J.C. Durante cuatro siglos la región estuvo en poder del imperio romano, pero al producirse las invasiones de los bárbaros, el territorio fue ocupado por tribus germánicas. En el año 553, los francos se impusieron y Suiza pasó a formar parte del reino merovingio y luego del imperio carolingio. Desde el siglo IX integró el imperio alemán; por lo tanto, las costumbres, los usos y hasta la moda germanos tuvieron gran influencia en Suiza. La prenda principal de la indumentaria masculina era la túnica de lana, que llegan hasta la mitad de la pierna. Los nobles se abrigaban con capas de paño que, durante el invierno, recubrían con pieles. Los servidores usaban túnicas cortas con caperuza para proteger la cabeza. Las piernas se cubrían con medias, y el calzado era muy simple y de cuero suave.

Desde el siglo IX, Suiza formó parte del sacro Imperio Romano Germánico, y desde ese momento la influencia alemana se hizo sentir en las costumbres y la moda. Debido al clima, los tejidos eran gruesos y pesados, con diseños muy elaborados. Había preferencia por los paños de lana y de terciopelo, y por los brocados de colores brillantes. El traje femenino se caracterizaba por estar ceñido a la cintura, con los hombros estrechos y las faldas amplias. La capa, corta o larga y forrada de piel, fue el principal abrigo invernal. Las mangas eran muy amplias, acuchilladas, y sujetas en la muñeca por una especie de puño. Los cabellos se usaban largos, sueltos o recogidos, y por lo general alisados sobre la cabeza y con trenzas arrolladas en espiral a los costados. La cabeza se cubría con un manto o con una cofia de tela fina de hilo almidonada que presentaba formas muy diversas. El calzado era ajustado y flexible de cuero suave.

LOS INGLESES

En los comienzos de la época medieval, tanto los hombres como las mujeres ingleses usaban una túnica y un manto y ropa interior de hilo blanco denominada camisola. Pero con la llegada de los normandos, en el siglo XI, las vestimentas se hicieron más ricas, prefiriéndose telas más suntuosas y, además, pieles y joyas. La medida de longitud inglesa, denominada yarda, se fijó durante el reinado de Enrique 11, entre los años 1154 y 1189, y se tomó como patrón la longitud del brazo del monarca. En el siglo XII se adoptó el gabán, que vestían tanto los hombres como las mujeres. Los primeros lo usaban sobre la armadura de cota de malla. El gabán se sujetaba a la cintura por un cinturón de cuero grueso que llevaba adornos de metal y en el que pendía la espada. Los guantes se hacían de cuero o lana, y el calzado era muy simple, de cuero suave y muy ceñido al pie. Las damas de la nobleza lo usaban bordado. De izquierda a derecha, se ha representado un barón, el rey, un guardia, un consejero y un canciller.

La conquista normanda en las Islas Británicas tuvo, como ya hemos señalado, gran influencia en la moda. La vestimenta se hizo más rica y variada. Bajo el reinado de Guillermo II; en el siglo XI, apareció el vestido femenino llamado "princesa", de corte ceñido y con una abertura que iba desde la cintura hasta la parte superior de la espalda sujeta con lazos. Del ancho cinturón de cuero o tela gruesa se colgaba un monedero y 1lavero. El peinado y el tocado femeninos adquirieron una modalidad especial que perduró durante largo tiempo. El cabello se separaba en el centro por medio de una raya y se sujetaba en dos largas trenzas, engrosadas con cabellos postizos y adornadas con cintas. Otras veces, los cabe 1los se sujetaban con redecillas -en ocasiones muy suntuosas, ya que eran de hilos de oro- o una pequeña toca de hilo blanco almidonado. Los tejidos más usados eran las lanas de Flandes y las sedas y brocados de Venecia.

Las armaduras como elementos defensivo fueron conocidas desde la antigüedad y ya se habla de ellas en la "Ilíada" y la "Odisea", del poeta griego Homero. Los soldados griegos, macedonios y romanos también las usaron y fueron perfeccionándolas, pero fue en la Edad Media, cuando las armaduras se hicieron más completas. Como hemos señalado en otros capítulos de esta serie, primeramente se usó la cota de malla, pero luego se utilizaron las piezas enteras de metal que cubrían no sólo el pecho y la espalda, sino también los brazos, las piernas y, sobre todo, la cabeza y la cara. Ésta se hallaba protegida por una especie de visera que podía levantarse, lo que permitía reconocer a la persona. Es interesante señalar que el característico saludo de quitarse el sombrero proviene, precisamente, del ademán de levantarse la visera cuando un caballero se enfrentaba con otro. Sobre la armadura se colocaba una túnica de paño grueso o cuero sujeta con un ancho cinturón, del que pendía la espada de metal.

La dinastía de los Tudor corresponde al período del Renacimiento en Inglaterra. En los primeros años del reinado de Enrique VII perduraba la tendencia de la moda medieval, y los hombres usaban largas calzas ajustadas y túnicas cortas de tela gruesa que, en invierno, se reforzaban con forro de pieles o adornos de este material. Debajo de la túnica llevaban una camisa blanca, de hilo, con mangas abullonadas. Pero luego la túnica se alargó y se abría sobre un chaleco o pechera de un material vistosamente bordado; sobresaliendo del chaleco aparecía la camisa. Por encima se llevaba un traje o gabán de mangas muy amplias y sueltas. Las mangas tenían características especiales: las del traje o gabán eran acuchilladas y dejaban ver las mangas de la túnica, que también eran acuchilladas y dejaban ver la camisa. El gabán se ceñía con un cinturón de cuero. Las calzas eran ajustadas y largas, y el calzado era de cuero suave y liso. La cabeza se cubría con tocados que presentaban diversas formas o bien con capuchas o caperuzas.

En la época del Renacimiento, en Inglaterra, la túnica de los hombres se acortó. Debajo de ella se usaba un chaleco o pechera de tela suntuosa y bordada. Este chaleco se abrochaba adelante en forma entrecruzada, y también se sujetaba por detrás. Sobre el cuerpo se llevaba una camisa blanca de puro hilo, cuyo cuello sobresalía del chaleco. Otra prenda muy común era el gabán largo con mangas amplias y sueltas, acuchilladas, que dejaban ver las mangas de la túnica y de la camisa. Los cabellos se usaban, por lo general, cortos, con flequillo y cayendo sobre los hombros. Los sombreros tenían diversas formas: comúnmente eran de terciopelo, con ala pequeña y adornados con plumas y alhajas. El calzado, tanto el femenino como el masculino, era muy sencillo y estaba confeccionado de cuero, de paño o de terciopelo. Los guantes, cinturones y otros accesorios tenían ricos bordados.

En la época del Renacimiento, el vestido femenino tenía falda amplia y larga hasta el suelo. También se usaba una falda interior de cañamazo de forma acampanada, predecesora del miriñaque. El corpiño era ajustado y el escote redondeado o cuadrado. Pero eran las mangas las que ofrecían mayor variedad. Se las usaba largas y ajustadas o muy amplias y forradas con telas de color diferente. A veces la falda se abría por delante en el medio, dejando ver una suntuosa falda de brocado. También el corpiño se abría en forma de V permitiendo admirar una pechera delicadamente bordada. Como abrigo se usaban largas capas forradas de pieles. Para la vestimenta se empleaban telas suntuosas, como sedas y brocados importados de Oriente, terciopelos de Venecia, lanas de Flandes y batistas de Francia. Las joyas más comunes eran los collares de oro; también piedras preciosas o cruces pendientes de una cinta fina de seda.

En la época del Renacimiento y, particularmente, hasta 1550 se usó en Inglaterra un tipo singular de sombrero femenino. Se trataba de un sombrero a dos aguas, con caídas a ambos lados, que se colocaba sobre una cofia o toca de hilo blanco muy ajustada y que se dejaba ver sobre la frente. Las caídas estaban ricamente bordadas con perlas, piedras preciosas e hilos de oro y de plata. Otros modelos constaban de una gran caída que partía desde lo alto de la cabeza y que, a veces, llegaba hasta el suelo. Los hombres usaban también tocas de terciopelo con estas largas caídas, o birretes de terciopelo adornados con plumas. Los accesorios tenían gran importancia, como el cuello de la camisa de los hombres, que tenía delicados bordados negros, y los guantes de seda acuchillados. Las joyas más comunes eran gruesas cadenas de oro de las que pendían piedras preciosas y perlas. Estas últimas eran las preferidas, sobre todo en época de Enrique VIII, ya que el mismo monarca las usaba.

En esta época se preferían telas suntuosas para confeccionar los vestidos femeninos y masculinos. A Inglaterra llegaban telas de diversas partes de Europa, y el activo comercio estaba apoyado en una marina mercante cada vez más floreciente. Desde Oriente se importaban brocados y sedas muy suntuosos con dibujos vistosos y de vivos colores; de Venecia se traían terciopelos lisos y bordados con hilos de oro; de Flandes llegaban telas de lana, seda y raso; de Francia, las delicadas batistas utilizadas en camisas y tocados. En tiempos del rey Enrique VIII, la moda masculina se dividió en dos corrientes. La primera se caracterizaba por el estilo cuadrado y los hombros acolchados; la segunda, por una línea más bien delgada.

Las mangas eran muy abultadas y acuchilladas, tanto en la vestimenta femenina como en la masculina. Las clases más humildes continuaron usando vestidos sencillos, con mangas y busto ajustados, y falda amplia que llegaba hasta los pies. Los cabellos eran cubiertos por una toca.

La túnica masculina experimentó un cambio notable en Inglaterra a partir del siglo XIV, ya que se acortó llegando sólo hasta la rodilla. Debajo de ella se usaba un chaleco que, generalmente, se abrochaba en forma entrecruzada. Una prenda muy característica era la camisa blanca de puro hilo, sin cuello y con el escote alto y fruncido que sobresalía del chaleco. Los nobles usaban un gabán largo con mangas amplias y sueltas, acuchilladas, y que dejaban ver las mangas de la túnica o de la camisa. Los hombres usaban los cabellos largos, cayendo sobre los hombros y con flequillo. El calzado, tanto el femenino como el masculino, era muy sencillo y por lo general se confeccionaba de cuero, de paño o de terciopelo. Hacia el siglo XV se realizaron importantes innovaciones y se introdujo la fantasía en las prendas de vestir. Así se combinaban telas y colores en una misma prenda, que tenía, entonces, gran colorido.

Una prenda característica de la vestimenta masculina inglesa del siglo XV era la chaqueta corta muy ajustada hasta el talle y con un faldón amplio que cubría la cadera. Esta chaqueta tenía un cuello alto y pequeño, y mangas muy trabajadas. La parte superior de la manga era muy abullonada y acuchillada, dejando ver la camisa de hilo blanco. En el codo había otra parte más pequeña, también abullonada y acuchillada, y desde allí hasta la muñeca la manga era muy ajustada. Los pantalones eran también muy ajustados, y sobre ellos se colocaban botas de cuero que se prendían al costado. Las puntas de las botas se prolongaban desmesuradamente, y el extremo se sujetaba debajo de la rodilla con un cinto de cuero. El sombrero era muy variable, pero una de las formas más comunes era el de ala ancha levantada atrás y con adornos de plumas. Los tocados femeninos presentaban gran variedad.

En la segunda mitad del siglo XV las telas para la vestimenta femenina y masculina llegaban a Inglaterra desde diversas partes de Europa y de Oriente. De Venecia se importaban terciopelos lisos y adornados con brocados de hilos de oro; de Flandes, lanas y sedas; de Francia, delicadas batistas; y de Asia, sedas y brocados.

La moda tuvo caracteres muy marcados durante el reinado de Enrique VIII: las calzas eran largas y cosidas, abultadas y acuchilladas; los zapatos eran de horma cuadrada y acuchillada, y la túnica estaba hermosamente bordada y acuchillada. El cuello de la camisa tenía un volante estrecho bordado en seda negra. La pechera de la camisa tenía bordados en seda negra combinando con seda roja e hilos de oro. Las mujeres usaban una camisa que se llevaba por encima de un miriñaque más amplio, y una falda de raso bordado o terciopelo guarnecido de brocado y de un color que contrastaba con el resto del vestido. Las mangas se hicieron muy amplias en los puños y con adornos de piel o terciopelo. El tocado era muy variable y se usaban también los turbantes..

En la época de Enrique VIII, los hombres usaban largas calzas cosidas, abultadas y acuchilladas, y una túnica bordada que llegaba hasta las rodillas. La camisa también era una prenda muy común, y el cuello tenía un volante estrecho o un dobladillo recto bordado en seda negra. Algunas camisas tenían la pechera bordada en negro y también con hilos rojos y dorados. Tanto las damas como los caballeros, usaban anillos en los dedos de ambas manos, preferentemente en el pulgar, el índice y el del medio. Del cuello pendían pesadas cadenas de oro con medallas o piedras preciosas y perlas. Por influencia de la moda francesa, los hombres empezaron a usar el cabello corto y la barba recortada. Los sombreros adoptaron formas muy variadas: los había de ala ancha con adornos de plumas, gorros pequeños, birretes de punta como un techo a dos aguas, etcétera. El calzado era de cuero fino, y también de terciopelo acuchillado, con la punta cuadrada y adornos de piedras preciosas.

A partir del siglo XVII y sobre todo desde el siguiente, la vestimenta de la nobleza en Europa occidental era semejante. El intercambio comercial de telas suntuosas era frecuente, pero también la creación de manufacturas reales y propias en España, Francia, Inglaterra, Italia y Flandes permitía la utilización de tejidos que hacían posibles algunas diferenciaciones. Hacia el 1700 los nobles ingleses usaban unas bragas cortas con un faldellín de cuero y una chaqueta con mangas acuchilladas. Todo esto permitía lucir una camisa de seda natural o de hilo blanco con mangas abullonadas. Las botas de cuero se abrían como una corola y dejaban ver medias de seda que llegaban hasta la rodilla. Los hombres usaban el cabello largo y sombrero de fieltro adornado con plumas.

Los marinos ingleses del siglo XVIII vestían trajes compuestos por una chaqueta larga con amplios bolsillos y bragas cortas que cubrían la rodilla. La camisa era una prenda muy importante de la vestimenta y tenía en el cuello una cascada de encaje. Los puños también terminaban en un volante de encaje. Las medias eran de seda y los zapatos clásicos, sobre los que se destacaba una hebilla dorada. Sobre el traje se usaba un abrigo que llegaba hasta las rodillas. Era costumbre usar pelucas sujetas con lazos o empolvarse los cabellos de blanco y sostenerlos con cintas. Las mujeres de la nobleza continuaron usando corpiño ajustado, que terminaba en gorguera, y sombrero de copa alta con ala levantada en un costado. También usaban una toca de lino blanco y un cuello amplio del mismo material. El peinado era sencillo y dejaba la frente despejada.


LOS FRANCESES
Las prendas básicas de la indumentaria usada en Francia por hombres y mujeres eran dos túnicas y un manto. En el siglo XII la túnica interior evolucionó hasta concretarse en una camisa o ropa interior hecha de batista, tela suave que lleva el nombre de su inventor, Bautista Chambray. La túnica exterior dio origen al gabán, especie de capa recta con una abertura superior para la cabeza, sin mangas y con amplias bocamangas que se abrochaban a los costados. Durante el invierno se usaba también una chaqueta corta forrada con piel. A partir del siglo XIII se impuso el gabán, que llegaba debajo de las rodillas y se usó ceñido con un cinturón. En esta época las mangas presentaban gran variación, tenían amplias aberturas que llegaban hasta el suelo y los bordes terminaban en festones en forma de pétalos. Los hombres usaban calzas largas muy ajustadas en las piernas y calzado de cuero suave con punta.

Cuando se estudia la evolución del traje y de las prendas de vestir se sigue, por lo general, la experimentada por la gente de mayores recursos, los soberanos y personajes de la nobleza. Pero, naturalmente, siempre hubo diferencias entre ricos y pobres, y en la antigüedad ellas se notaban en el tipo de tela utilizada, mucho más rústica, que en el corte. Pero en la Edad Media las diferencias entre las clases sociales quedaron marcadas también en la indumentaria. Los campesinos usaban un sayo de tela gruesa de lana o una chaqueta de cuero de mangas cortas sobre una túnica corta. Cubrían la cabeza con una capucha de lana o un gorro de fieltro. El calzado era de cuero suave; las medias, de lana gruesa. También usaban calzas cortas sujetas a las rodillas.

Como hemos señalado en el capítulo anterior, durante la Edad Media comienzan a perfilarse de manera evidente las diferencias entre la vestimenta de la nobleza y la de las clases populares. Pero a partir del siglo XII las ciudades o burgos van cobrando nueva importancia, lo mismo que sus pobladores o burgueses, muchos de los cuales se enriquecen por la industria y el comercio. Los burgueses adoptaron múltiples usos y costumbres de las clases altas. En el siglo XIII el gabán era la prenda más usada; el de los hombres se extendió algo más abajo de las rodillas, con mangas cortas o sin ellas. Los campesinos usaban un sayo de tela rústica y cubrían la cabeza con una caperuza. Las mujeres usaban una túnica o un gabán largo y una capa de lana. Cubrían la cabeza con un paño cuadrado de algodón llamado griñón, que ocultaba el cabello, o lucían una toca con una corbata que cubría lateralmente la cara y el mentón.

La sociedad medieval estaba constituida por clases muy diferentes entre sí y que, de acuerdo con sus actividades, comprendían a los que rezaban, es decir, al clero; a los que combatían, o sea la nobleza, y a los que trabajaban: campesinos, artesanos y siervos. Naturalmente, estas clases sociales se distinguían por su atuendo, y en la nobleza es donde se notaba con más evidencia la evolución de la vestimenta y de los tejidos empleados en la confección de la misma. Los campesinos y artesanos usaban una especie de túnica corta con mangas hecha de tela rústica y colores apagados y oscuros, calzas largas ajustadas y calzado de cuero liso. Cubrían la cabeza can un capuchón de lana gruesa o un sombrero. Los sacerdotes se colocaban una especie de casulla corta, de mangas amplias, y los monjes una túnica sencilla y capa. Los caminantes y viajeros llevaban una especie de bastón que, por lo general, era un palo rústico.

En el siglo XIV, la moda en Francia fue evolucionando lentamente. El gabán continuó siendo la prenda más usada: se extendía por debajo de las rodillas y se ceñía a la cintura con un cinturón de cuero. La prenda tenía mangas cortas, pero en este siglo se usaron más largas y a veces tan exageradas, que pendían hasta el suelo. Los hombres llevaban calzas largas cosidas, y ajustadas a las piernas. También comenzó a usarse una túnica estrechamente ceñida al cuerpo que se abotonaba por delante y tenía, también, mangas largas provistas con una hilera de botones. El cinturón se usaba, por lo general, debajo de la cintura, apoyado en la cadera. Donde se advertía una gran variedad fue en los tocados, tanto femeninos como masculinos, para los que se empleaban diversos materiales, como fieltro, terciopelo, seda, hilos de oro, plumas, etc.

La indumentaria femenina en Francia durante el siglo XIV adquirió mayor variedad, si bien se mantuvieron las líneas generales provenientes del siglo anterior. La prenda más usada era el gabán, de aspecto semejante al de los hombres, es decir, una túnica larga y amplia que se ceñía en el talle. A veces tenía mangas largas y falsas, pues se abrochaban en los hombros y caían hasta el suelo. Estas mangas extravagantes fueron una característica de la época, durante la cual el gabán fue evolucionando y se abrió a los costados para dejar ver una prenda ajustada llamada "cotehardie". Ésta se cerraba con botones o lazos en el frente, desde el cuello hasta la cintura; las mangas largas eran muy ajustadas y, por lo común, tenían botones desde el codo hasta la muñeca. Sobre la "cotehardie" se llevaba un cinturón bajo, apoyado sobre las caderas y que, por lo general, era lujoso, pues tenía incrustaciones de piedras preciosas. Las trenzas largas, caídas a los costados o arrolladas en espiral a ambos lados de la cabeza, eran el arreglo más común de los cabellos, protegidos, además, por diferentes tipos de tocados.

En el siglo XIV la vestimenta femenina y masculina se componía de dos prendas principales: una túnica ajustada que se abotonaba por delante, llamada "cotehardie", y el gabán o túnica más amplia, abierta a los costados. En los hombres, el gabán se extendía algo más abajo de las rodillas y tenía mangas abiertas por la mitad de sus largos, por donde asomaban los brazos. También usaban calzas largas cosidas y ajustadas en las piernas, por lo general de color rojo. Las mangas extravagantes fueron la característica distintiva de este siglo; a veces eran tan largas que llegaban hasta el suelo. En el siglo siguiente el atuendo femenino se va modificando y surge el verdadero vestido con el corpiño ajustado, las mangas estrechas y la falda amplia ceñida en la cintura. Las damas elegantes calzaban zapatos de terciopelo, abrochados mediante un bot6n o una hebilla con piedras, y bordados con hilos de oro o de colores. El cabello se protegía debajo de una redecilla o toca.

En el siglo XIV apareció en Europa, y principalmente en Francia, una moda muy decorativa basada en la utilización de ricas telas bordadas. El gabán, la prenda más empleada hasta entonces por hombres y mujeres, fue reemplazado de forma paulatina. Las mujeres usaban un vestido ajustado en el talle y falda amplia con cinturón. La manga era abultada en la parte superior y ajustada en la inferior. Los hombres comenzaron a usar una chaqueta ajustada en la cintura, con mangas cortas muy abultadas, confeccionada por lo general con telas suntuosas. Debajo de esta chaqueta se colocaba una especie de chaleco, que se cerraba con lazos por delante o por detrás. La chaqueta o jubón también fue usado por las mujeres, y entonces adquirió mayor variedad. En invierno estaba forrada con piel o levaba adornos de pieles finas. La gente del pueblo usaba chaquetas de telas de lana rústica y pantalones ajustados. El calzado era de cuero suave, y la delgada suela se protegía con chanclos de madera.

Hasta comienzos del siglo XIII, la cota de malla fue la forma principal de la armadura. Ésta contenía más de 200.000 eslabones de metal, y por ello su confecci6n era muy costosa. La cota protegía contra las armas punzantes (espadas, puñales, flechas o lanzas), pero en cambio, por ser muy flexible, no resultaba eficaz contra los golpes de maza. Más tarde la armadura se fue perfeccionando y se le añadieron piezas de metal para darle mayor solidez. Sobre la cota de malla se usaba una túnica de paño, de lana gruesa, sujeta por un cinturón ancho de cuero, del que pendía la espada, daga o puñal. La cabeza estaba protegida por un casco de cuero o yelmo con visera. El escudo de metal continu6 siendo la principal arma defensiva; por lo general, era de forma rectangular y de más de un metro de alto. También se usaban escudos triangulares con los lados ligeramente curvos. Las principales armas ofensivas eran la espada, la daga, el puñal, la flecha, el sable, la jabalina y la maza. En la ilustraci6n figuran, de izquierda a derecha: Soldado con largo escudo y lanza, duque con yelmo y bast6n de mano y soldado con yelmo de metal.

Uno de los detalles más característicos de la vestimenta femenina en la época medieval, especialmente a partir del siglo XIII, fue el tocado. Al principio, el cabello de las mujeres se ocultó debajo de un pañuelo o toca con una corbata o barboquejo que cubría la cabeza y el cuello. Más tarde, vino la moda de una pequeña toca semejante a una coronita de tela blanca sujeta por medio de una cinta a la barbilla. En el siglo XV hicieron su aparición los turbantes, que cubrían enteramente los cabellos. Algunos presentaban formas extravagantes y consistían en grandes rollos rellenos. Los tocados puntiagudos o hennins ofrecían formas y tamaños diversos, pero en la mayoría de los casos iban acompañados por un velo que flotaba libremente. Es curioso señalar que estos tocados alcanzaron tal extravagancia, que debió ser reglamentado su tamaño de acuerdo con la posición social de las mujeres que los llevaban. Los materiales más empleados para el tocado eran sedas, terciopelo e hilos de oro.

En el siglo XV el tocado adquirió gran importancia dentro de la vestimenta, tanto femenina como masculina. Los hombres se cubrían la cabeza con característicos sombreros de fieltro en forma de pan de azúcar con alas, y también usaban sombreretes, capuchos y caperuzas. Las plumas como adorno del sombrero comenzaron a usarse en la alta Edad Media, y en ese siglo estuvieron muy de moda, especialmente, las de pavo real que los grandes señores hacían traer de Oriente. La caperuza era una continuación del manto y tenía una punta prolongada que a veces llegaba hasta el suelo. También se usaron turbantes o rollos rellenos. Otro detalle característico de los siglos XIV y XV fue la moda de los pequeños cascabeles de plata que se suspendían del cinturón, cuello u otras partes del traje. Ambos sexos usaban cadenas de oro y cinturones de cuero con adornos de oro, plata y piedras preciosas. En los trajes, los nobles llevaban bordados con hilos de oro sus escudos nobiliarios.

En el siglo XV se advirtió una profunda transformación en la moda femenina. El gabán, la prenda más usada en los siglos anteriores, fue reemplazado por un verdadero vestido, llamado en francés "robe". Se caracterizaba por tener un corpiño ajustado, el talle alto y ceñido, escote amplio, mangas ajustadas y falda con mucho vuelo. El tocado, como hemos señalado en notas anteriores, adquirió gran importancia y variedad. Los turbantes ocultaban totalmente el cabello y el "hennin", introducido en Francia por Isabel de Baviera, era usado por las damas de alcurnia. Los rollos se adornaban con velos muy tenues o telas gruesas armadas. El calzado era de terciopelo adornado con bordados, y en esta época tenían una gran punta. A veces, esa descomunal punta se sujetaba al tobillo con una cadenita de oro o metal. A la nobleza se le permitió usar punta de unos 60 cm de largo; a los caballeros, de 30 cm de largo y a la gente del pueblo, de sólo 5 ó 6 cm de largo. El calzado indicaba pues la clase social.

En la Edad Media los trabajadores estaban organizados en gremios, asociaciones voluntarias cuyo fin era el de proteger, ayudar y relacionar a los que realizaban un mismo oficio o actividad. A partir del siglo XI los gremios se multiplicaron y se separaron los de los obreros o artesanos de los de los comerciantes. Para poder ejercer su oficio el artesano debía pertenecer a un gremio y naturalmente someterse a sus reglas, que eran muy estrictas. Primero debía pasar por un periodo de aprendizaje y realizar pruebas de suficiencia. Después de un tiempo el aprendiz pasaba al grado de oficial y luego al de maestro. La vida en común en los talleres creaba una gran hermandad y similitud hasta en la vestimenta. El traje de los artesanos era naturalmente sencillo. Por lo general, consistía en una túnica corta de paño grueso sujeta con un cinturón de cuero. El pantalón, ajustado, bajaba hasta el tobillo y sobre el mismo se ponían medias gruesas o calzado de cuero flexible con tiras de cuero cruzadas en las piernas hasta debajo de las rodillas.

En el siglo XV se advierte una mayor diferenciación en la vestimenta de las distintas clases sociales. En la nobleza aparece la robe femenina o vestido propiamente dicho, ajustado al talle, con falda amplia y escote redondeado. Las mujeres vistieron una enorme capa o manto que en invierno forraban con pieles. Los hombres usaban capas de diferentes estilos, algunas eran amplias, con cuello y abrochadas en el hombro. También se usaba la hopalanda de origen holandés con mangas flotantes y ceñida a la cintura con un cinturón de cuero. Se cubrían la cabeza con sombreros de fieltro, caperuzas o capuchas. La gente del pueblo vestía sencillas túnicas de tela rústica que caían hasta las rodillas y se cubrían la cabeza con una caperuza que se prolongaba y caía sobre los hombros. Bajo la misma se usaban pantalones ajustados y botas de cuero flexible.

El siglo XV tiene gran importancia en la historia francesa. Desde el año 1337 había comenzado la guerra con los ingleses llamada de los Cien Años que concluyó en el año 1453. A principios de ese siglo surgió la figura de Juana de Arco, humilde campesina, quien impulsada por un mandato divino ingresó en el ejército y obtuvo notables triunfos. Sin embargo, víctima de las intrigas políticas, fue condenada a morir en la hoguera en el año 1431. El fin de tan largas hostilidades aceleró el debilitamiento del poder feudal en beneficio de la autoridad del rey, quien a su vez se apoyó en la burguesía. Esta clase social iba adquiriendo cada vez mayor importancia y el restablecimiento de la Industria y el comercio aumentó su riqueza. Los burgueses adoptaron la vestimenta de la nobleza, aunque no siempre con el gusto y refinamiento de aquélla. Las mujeres usaban la robe o vestido ajustado en el busto y talle, con faldas amplias. Los hombres vestían una túnica corta, con mangas amplias, sujeta con un cinturón de cuero. En la cabeza, sombreros de diversos tipos y caperuzas.

Las universidades como institutos de enseñanza superior surgieron en la Edad Media. Al principio eran simples asociaciones de estudiantes que contrataban a sus profesores para que les enseñasen. La primera universidad se creó en Bolonia, Italia, en 1119, y la segunda en París, Francia, en 1150. La palabra universidad viene del latín "universitas", que significa universal, es decir, que comprendía todos los conocimientos. Los cursos consistían en explicaciones y comentarios de textos antiguos, y después de varios exámenes se otorgaban los grados de bachiller, licenciado y maestro. Los estudiantes, llegados de distintos países, se agrupaban en naciones o colegios distinguiéndose por la vestimenta por detalles de las mismas. Los profesores vestían una túnica larga y un abrigo con adorno de pieles. También se cubrían con una especie de capa con aberturas a los costados para dejar pasar los brazos.

A partir del siglo XV como ya hemos señalado en notas anteriores, las mujeres comenzaron a usar un verdadero vestido llamado robe. El mismo tenia las características del vestido moderno: corpiño y talle ajustado, falda amplia, mangas estrechas y escote grande. La cabeza estaba siempre cubierta por una toca que presentaba diversas formas y tamaños, desde los simples velos hasta los voluminosos turbantes con rollos rellenos. En invierno las mujeres se cubrían con una capa amplia, con adornos en los bordes y forradas de pieles. Las joyas más usadas eran pesadas cadenas de oro y cinturones de cuero con piedras preciosas y también de oro. En esta época empezaron a generalizarse los guantes, que se fabricaban con cuero de gamo u otros ciervos, de cabrito o liebre. Las telas cobraron también gran significación; los tejidos de lana procedían de Inglaterra o Flandes y las sedas vistosas, de Italia. Pero a partir del siglo XIII se establecieron las primeras tejedurías de seda en Lyon y de terciopelo en París, con lo que la moda francesa adquirió notable importancia.

Al comenzar el siglo XV, Francia se hallaba envuelta en una larga contienda con Inglaterra, llamada la Guerra de los Cien Años. Esta había comenzado en 1340 y finalizó en 1453, aunque no se luchó de forma continuada. Durante la misma se libraron batallas en las que se fue evolucionando desde los encuentros entre caballeros que parecían torneos medievales, hasta combates donde tuvieron decisiva importancia la infantería y la naciente artillería. La armadura constituía no sólo una protección para quien la llevaba sino que era también un signo distintivo, ya que sólo los nobles eran lo bastante ricos como para comprarla. Los mejores obreros eran los fabricantes de armaduras, pues con gran habilidad debían forjar una resplandeciente coraza que protegiera pero no paralizara al que la llevase. Las armaduras se hicieron más complicadas, y sobre la cota de malla se colocaban chapas de acero que cubrían casi totalmente las diversas partes del cuerpo.

Durante la Edad Media las luchas adquirieron carácter épico y consistían en contiendas entre caballeros que eran más bien duelos entre las armas ofensivas espada, lanza, flecha, daga, maza, etcétera y la armadura. Ésta alcanzó gran perfección en el siglo XV y como una caja de hierro cubría enteramente el cuerpo del caballero. Claro que la armadura era muy costosa y por ello sólo los nobles la poseían. También era muy pesada, y para llevarla y colocársela necesitaban de la ayuda del escudero. Los armeros debían tener mucha habilidad para hacerla de modo que no restara movilidad a su dueño; por eso tenían articulaciones en los hombros, codos y rodillas. La cabeza estaba protegida por un yelmo y visera; ésta se levantaba para ver el rostro del adversario. La armadura se utilizaba en la guerra y también en los torneos o justas donde los caballeros demostraban su destreza. A veces, sobre la armadura se colocaba un jubón de mangas abiertas por donde pasaban los brazos.

La armadura usada por los caballeros de la época medieval, como ya hemos señalado en otras oportunidades, fue evolucionando y de la cota de malla o loriga se pasó a la armadura de placas, que protegían distintas partes del cuerpo. En el siglo XIII comenzó a usarse la sobreveste de tela o cuero que resguardaba contra el polvo y que probablemente se inspiró en la que usaban los moros en la época de las Cruzadas. Hacia el siglo XV apareció la armadura denominada "de punta en blanco". Era un traje completo de planchas de metal, por lo general de acero templado. Las planchas ajustaban entre si perfectamente y estaban unidas por remaches que pasaban por hendiduras cortas para permitir cierta libertad de movimientos. Los codos, las rodillas y debajo de los brazos se protegían con cota de malla. Los cascos presentaban gran diversidad de formas; al principio eran cónicos, luego se hicieron esféricos o aplanados. El yelmo estaba rematado por una cimera.

La armadura formada por planchas de metal que cubrían casi por completo el cuerpo, excepto las partes que se asentaban sobre la montura de su caballo, reemplazó a la primitiva armadura de cota de malla, aunque este tipo de tejido se usaba para proteger las articulaciones, como los codos y las rodillas. Durante los siglos XIV y XV se usaron también otros dos tipos de armaduras. Una consistía en láminas de metal unidas a un traje interior de paño y otra en la que las láminas o planchas iban remachadas dentro de un jubón de brillantes colores. Las usaban los soldados y algunos capitanes, pues la armadura completa era muy costosa y por eso sólo los nobles podían adquirirla. En el siglo XV la llamada armadura gótica, con las superficies lisas y sólo decoradas en los bordes, llegó a su perfección. En el siglo siguiente el estilo cambió: los cascos y las guardas de los brazos y piernas presentaban superficies estriadas y las de los dedos de los pies se hicieron muy anchas. Esta armadura se llamó "maximiliana", pues fue Maximiliano, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico su creador.

Los nobles vestían armaduras no sólo durante las guerras, sino también en los torneos, que eran fiestas en las que se celebraban simulacros de combate entre caballeros armados. Por lo general, dos caba1leros armados con sus lanzas en ristre se acometían hasta derribarse. El vencido debía entregar su caballo o su armadura, o su equivalencia en dinero. Pero tanto era el valor que un caballero daba a su armadura, que a veces algunos hipotecaban o malvendían sus tierras para poder rescatarla. Para las distintas clases de torneos se idearon armaduras especiales, y como solamente se contaban como puntos los golpes dados en el cuerpo, brazo izquierdo y cabeza, estas partes se protegían con placas suplementarias atorni1ladas. Para los combates en pie se hacían armaduras especiales, hechas con placas de metal de acero deslizante que permitían una total libertad de movimientos. La aparición de las armas de fuego creó otras condiciones en las luchas, y las armaduras dejaron de usarse.

El siglo XVII fue una época de transición. Las naciones europeas, encamadas en sus respectivas familias reales, luchaban por la hegemonía en el antiguo continente. En Francia se agudizaron las cuestiones sociales, lo que provocó la intervención constante del Estado en la vida económica. Se fomentó la política de establecer manufacturas de telas suntuosas (sedas, brocados, terciopelos, rasos, encajes) y también tapices, prohibiéndose al mismo tiempo la importación de los mismos.

Los nobles deseaban destacarse por su indumentaria, y sus trajes estaban confeccionados con ricas telas y finos adornos. La mujer siguió usando el corpiño ajustado y el escote bien abierto, que dejaba el cuello libre. Las mangas eran amplias y se plegaban sosteniéndolas con piedras preciosas. A veces, el vestido simulaba una doble falda con guardas bordadas con hilos de oro. Las cofias con el ala plegada completaban el atuendo femenino. En la indumentaria masculina se destacaban la chaqueta acuchillada, la capa corta y el sombrero con plumas.

Desde mediados del siglo XVII y especialmente en el siglo XVIII - que corresponden a los reinados de Luis XIV (el Rey Sol), de Luis XV y de Luis XVI y su esposa María Antonieta, la moda francesa se impuso en diversos países europeos. Los vestidos femeninos tenían un corpiño ajustado, escote bajo que se prolongaba en una pechera de encaje y estaban adornados con cintas y lazos. Las mangas, ajustadas hasta el codo, terminaban con un volante de encaje. La falda era amplia, sostenida con enaguas acolchadas. En el atuendo, la peluca usada tanto por hombres como por mujeres tuvo gran importancia. Por lo común era blanca con varios bucles, y en la parte posterior terminaba en un rodete o trenza. También las joyas tenían gran importancia como complemento de la magnífica vestimenta. Por lo general, las damas lucían anillos y pulseras muy espléndidos.

Es indudable que la moda es un reflejo de los tiempos y que por ello, después de una revolución o de una gran transformación política, la vestimenta sufre un cambio radical. Esto fue bien claro después de la Revolución Francesa, en que se abandonaron los vestidos de telas lujosas, con amplias enaguas acolchadas, volantes de encaje y pelucas, La Revolución Francesa pasó por varias etapas, En 1796, con el gobierno del Directorio, la moda cambió totalmente, acercándose a los modelos clásicos grecorromanos. En los hombres, las bragas se hicieron ajustadas, sostenidas con botones y lazos. La chaqueta era ajustada, por delante llegaba hasta la cintura y se prolongaba atrás hasta las rodillas, La solapa, muy amplia, contrastaba con los colores del abrigo. El sombrero era un bicornio de terciopelo con la escarapela tricolor. Las medias eran de seda de varios colores. A estas gentes se las llamaba "increíbles".

La llegada de Napoleón al gobierno como cónsul y luego su coronación como emperador tuvo gran importancia no sólo en la historia europea sino también en la americana. En 1804, el Consejo de Estado proclamó a Napoleón como emperador con cargo hereditario. En una solemne ceremonia, en la que estuvo presente el Papa pío VII, Napoleón se coronó con sus propias manos y luego coronó a la emperatriz Josefina, También se produjeron cambios en las estructuras sociales, que la Revolución había tratado de desterrar. La moda volvió a experimentar nuevos cambios. El vestido femenino era de busto ajustado, escote amplio y talle alto sin marcar la cintura. Los cabellos eran cortos y anudados con cintas y lazos, Napoleón, por una serie de decretos, confirió títulos de nobleza a los miembros de su familia y a los generales de sus ejércitos. Así se formó una corte cuya pompa y boato eran semejantes a las de los antiguos reyes.

En el año 1804, Napoleón Bonaparte - que era Primer Cónsul y luego fue Cónsul Vitalicio- logró la dignidad imperial. En una solemne ceremonia realizada en la catedral de Notre Dame y con la presencia del Papa pío VII, Napoleón se coronó emperador con sus propias manos y luego coronó a la emperatriz Josefina. La instauración del imperio no sólo exigió modificaciones constitucionales sino también reformas en la estructura social que la Revolución había tratado de crear. Mediante una serie de decretos, Napoleón confirió títulos de nobleza a los miembros de su familia, a los generales de sus ejércitos y a los altos dignatarios imperiales. A causa de esto la moda adquirió, en las damas, gran suntuosidad. En los caballeros la vestimenta era más sobria, aunque siempre elegante. Para la mujer se usó el traje llamado "estilo imperio", con el busto ajustado y que caía blandamente hasta el suelo sin ajustar la cintura.

El Romanticismo fue un movimiento intelectual y artístico propio del siglo XIX, y su influencia perduró hasta el siglo XX. La palabra romanticismo procede de «roman» (novela) y se manifestó en todos los dominios de las ciencias, las artes, las letras, la política y la vida social. En primer lugar se impuso en la literatura, en forma de un renacimiento de la poesía lírica y en especial de la poesía de la naturaleza. La moda no podía permanecer ajena a este movimiento renovador. Las damas usaban faldas amplias, pero más cortas. El corpiño era ajustado, con encajes y telas suaves que le daban un aspecto etéreo. Los sombreros eran capotas con lazos y cintas de terciopelo. Los caballeros usaban largos chaquetones entallados, con cuello amplio y adornos ajustados. El sombrero era de copa alta y la corbata amplia. Un elegante bastón completaba el atuendo.
spaña fue invadida a principios del siglo VIII por los árabes, que permanecieron en la península durante casi ocho siglos. En todo ese tiempo los cristianos lucharon contra los invasores, librando numerosos combates, y lentamente lograron reconquistar el territorio y fundar reinos. Pero si bien los árabes fueron perdiendo poder político, su influencia cultural se mantuvo y aun se afianzó con el tiempo. En las artes y ciencias, así como en la técnica, los árabes introdujeron notables adelantos, y también dejaron su sello en las armas, armaduras, telas, joyas y perfumes. Y un detalle muy curioso en el terreno de la moda: las agujas fueron introducidas en España (y por lo tanto en Europa) por los moros. Entre los cristianos la indumentaria fue semejante a la de los franceses, aunque las telas eran más sencillas. La vestimenta de los moros era sencilla y voluminosa y consistía, principalmente, en dos túnicas: una de ellas, recta y sin mangas, cala hasta los tobillos; la exterior, con largas mangas flotantes, se recogía con un cinturón.

Como ya hemos dicho, España fue invadida a principios del siglo VIII por los árabes, quienes dominaron casi toda la península excepto una pequeña región del norte. Allí comenzó la reconquista, que duró hasta el año 1492, en que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, a quienes se les 1lamó Reyes Católicos, entraron en la ciudad de Granada, último reducto de los moros. Durante la reconquista se fueron organizando reinos cristianos, como León, Castilla, Aragón y Navarra. La lucha contra los moros exigió grandes sacrificios y las costumbres fueron sencillas. Por ello la moda fue, en general, austera. La vestimenta consistía en túnicas, por lo común lisas. {Se consideraban indignas de los cristianos las telas de seda y bordados que usaban los moros.) Algunos caballeros vestían una túnica corta hasta las rodillas y armaduras de cota de malla. El tocado femenino consistía en un velo que cubría los cabellos.

La influencia de los árabes (que durante muchos años ocuparon la Península Ibérica) se notaba también en la vestimenta de los españoles. El negro era considerado el color más elegante y se usaba en las fiestas y en las celebraciones especiales. Los hombres vestían un jubón o vestidura ajustada a modo de chaleco, con un faldellín corto y mangas acolchadas sobre una camisa blanca de hilo o seda bordada. Las bragas eran cortas y abultadas: el calzado llevaba adornos y las medias eran tejidas y de seda. En invierno usaban una capa corta o un capote, con cuello grande, que les llegaba hasta la mitad de las piernas. Las mujeres llevaban un vestido con miriña que daba amplitud a las faldas. Por lo general era de terciopelo o de raso, adornado con cintas y bordados. Las golillas, guarnecidas de encajes en los bordes, remataban el cuello y los puños. Tanto los hombres como las mujeres lucían pesados collares de oro con piedras preciosas engarzadas.

LOS TURCOS
Entre los turcos, el traje femenino se diferenciaba del masculino no tanto por el corte como por los tocados y los adornos. Las mujeres también usaban pantalones largos, muy anchos y sujetos a la cintura con un cordón y también en los tobillos, y una camisa debajo del pantalón o sobre el mismo. La camisa se confeccionaba en hilo blanco o telas muy suaves y finas de diversos colores y negras. Solían tener bordados de seda en el cuello y bocamangas y encajes en la abertura del pecho. Debajo de la camisa se usaba un camisolín muy escotado que bajaba hasta las rodillas y que, por lo general, no tenía mangas. Encima se colocaba un sayo que caía hasta los tobillos, con mangas cortas y anchas o largas y ceñidas. Las mujeres usaban velos de gasa o de muselina blanca. A veces, el velo se fijaba en la gorra y se echaba por la cara, dejando libres sólo los ojos, y se volvía a prender en el punto de salida.

En el año 1452 los turcos tomaron la ciudad de Constantinopla y con ello cayó el imperio romano de Oriente, que había durado más de 10 siglos. La irrupción en Europa de este pueblo tuvo gran influencia no sólo en la política y en la economía sino también en la moda. La vestimenta de los hombres consistía en pantalones, dos sayos largos, cinturón, zapatos, gorra y turbante. Los pantalones eran, al principio, anchos y largos y parecían dos bolsas cosidas por la parte superior y sujetas por un cinturón ancho. También iban sujetados en las rodillas o los tobillos. Más adelante, los pantalones iban sujetos a media pierna. La camisa se usaba encima de los pantalones, y era bastante larga, ya que caía hasta la cadera. Los soldados vestían sobre los pantalones, que tenían forma de amplias bombachas sujetas en la pantorrilla, una túnica corta prendida adelante, con mangas anchas, y un grueso cinturón de cuero.

Los jenízaros eran soldados de la infantería de la guardia de los emperadores de Turquía. Estos cuerpos se formaron, primero, con tropas nacionales turcas y, luego, con cristianos que desde la niñez habían sido convertidos al islamismo. Por lo general, vestían de azul y llevaban un sombrero alto, de fieltro blanco, con adornos de acuerdo con la categoría del portador. Las armas de los jenízaros eran el sable, la lanza y el hacha; luego, la escopeta. Los deli eran soldados de caballería que tenían un aspecto tremendamente salvaje; los jinetes y caballos estaban cubiertos con pieles de panteras y leones, en el escudo llevaban alas de águila y el casco de combate también estaba forrado con pieles. Los sables tenían hoja recta o curva; el verdadero sable turco es el clisch, muy curvo, delgado y fino. Las armas defensivas se reducían a corazas, cascos metálicos y escudos también de metal con incrustaciones.

La toma de Constantinopla, capital del Imperio Romano de Oriente, por los turcos, dio a este pueblo una notable influencia en Europa y, como ha ocurrido en otros momentos de la historia, los usos, las costumbres y la vestimenta de los vencedores se impusieron sobre otras poblaciones. Así comenzó a difundirse una especie de sobretodo largo hasta el suelo y de igual corte, tanto en el pecho como en la espalda. La prenda iba abierta por delante en su totalidad, tenía mangas anchas y cortas o bien sólo aberturas para los brazos. A veces presentaba mangas largas y estrechas, adornadas con tiras o cintas de seda de colores contrastantes que se sujetaban casi cerca del hombro. La gente del pueblo o los campesinos usaban una especie de ropón suelto que les llegaba hasta las rodillas o mitad de la pierna, sujeto a veces en la cintura con un ancho cinturón de cuero o material más flexible.

Durante mucho tiempo, la vestimenta femenina se diferenciaba de la masculina no tanto por el corte, sino por los adornos y tocados. Mujeres y hombres usaban pantalones largos, muy anchos y cosidos entre las piernas y sujetos en la cintura y en los tobillos por medio de cordones. Las mujeres vestían una camisa en contacto directo con el cuerpo, debajo del pantalón o sobre él, la cual era ceñida en el cuello y las muñecas.

A veces las mangas eran anchas y sueltas y, por lo general, se confeccionaba de hilo fino y blanco o de "crepé" negro. Las bocamangas, la abertura del pecho, los extremos de las mangas, etc., estaban bordados de seda. Sobre ella se colocaban un camisolín, que llegaba hasta medio muslo, entallado y escotado por delante, y el sayo, que caía hasta los tobillos o los pies. Este sayo podía tener mangas cortas y anchas o largas y ajustadas. Los trajes ricamente bordados se realzaban con collares y otras alhajas.

Una prenda característica de los turcos y que la usaban tanto los hombres como las mujeres era el ropón con mangas colgantes, cerrado en la parte delantera, sin cinturón y con una abertura a cada lado. Las mujeres usaban un velo de gasa o de muselina blanca colocado de diversas maneras. A veces, el velo se fijaba en la gorra, se echaba en la cara, dejando sólo libres los ojos, y se volvía a prender en el punto de partida o se pasaba por encima de la gorra, cruzando las puntas por debajo o por encima de la cara. En las mujeres de alta categoría, el velo tenía una abertura enrejada por la que ellas podían ver sin que les vieran el rostro. Luego, el velo se sostuvo por medio de dos tiras muy largas y anchas de muselina blanca, que se envolvían alrededor de la cabeza y debajo de la barbilla. La cabeza se cubría con tocados o gorras de diversas formas: redondas, chatas, cilíndricas, puntiagudas, etc. Las gorras de las mujeres de categoría tenían adornos de oro, piedras preciosas y colgantes de perlas.

Los tocados de los turcos, tanto de los hombres como de las mujeres, eran muy característicos aunque presentaban gran variedad. En el siglo XVI se usaban gorras de formas distintas: redondas, chatas, puntiagudas, cilíndricas, etc. Los tocados de las mujeres de clase rica tenían adornos de oro, piedras preciosas e hilos de perlas. Era común, también, la diadema, de la que pendía un velo blanco de gasa u otra tela muy leve. Las mujeres usaban, por lo general, el cabello largo y suelto, sujeto con una cinta que rodeaba la frente y la nuca. Pero cuando salían a la calle se hacían trenzas que ocultaban debajo de un gorrito. En la casa, la mujer usaba calzado de cuero suave y zapatos con pequeños zancos cubiertos de terciopelo y con adornos de oro y de plata. Para salir, preferían las botas altas y los zapatos de cuero o piel con zancos. Entre los hombres era común el turbante en forma de calabaza, que variaba de acuerdo con las clases sociales. Para ello rodeaban la gorra con mucha muselina blanca.

Los turcos cubrían su cabeza con una gorra cuadrada o redonda de fieltro que, según se cree, tomaron de los tártaros y que por lo general tenía guarnición de piel. Los funcionarios usaban gorras de distintas formas, pero de paño rojo. En el siglo XV, especialmente después de la toma de Constantinopla, capital del imperio romano de Oriente, comenzaron a usar un turbante en forma de calabaza. Para ello rodeaban la gorra con gran cantidad de muselina blanca. Este tipo de turbante llegó a ser insignia de los distintos funcionarios, cada uno de los cuales tenía asignada con exactitud una forma, un color y un tipo de adorno. Además, las gorras servían de distintivo a las diversas actividades o trabajos. Por ejemplo, los cocineros del sultán llevaban gorras muy grandes y muy huecas, terminadas por debajo en cuatro puntas. En los días de lluvia se usaban gorras que se ensanchaban en forma de paraguas y que calan por encima del turbante. Los nobles colocaban en el centro piedras preciosas y oro.

La indumentaria es el reflejo exacto de una raza, de una comarca, en un momento determinado. Al trasponer el mundo medieval, los turcos adoptaron el ropón con mangas colgantes, que fue característico en hombres y mujeres. En el caso del Mozo del Tren de Impedimenta, que aparece en el grabado, este abrigo le llega hasta las rodillas. Por debajo lleva calzas ajustadas, túnica de pesado material con adornos y ancho cinturón. El tocado tiene forma de cilindro, con pequeñas alas. Muy distinta es la vestimenta del fraile secular, que lleva un amplio tocado, calzas arriba de las rodillas y una especie de dolmán, sin mangas, en tela rústica. El calzado es muy diferente en los dos personajes. Mientras uno de ellos lleva sencillas sandalias sujetas al pie con vueltas de correas, el otro busca un sólido soporte para amparar sus pies del frío, de la humedad y de las asperezas del suelo.

Entre los turcos, el turbante era utilizado tanto por el sultán como por los funcionarios y la gente del pueblo, pero la forma, el color y los adornos de perlas y borlas de colores variaban según la clase social. El turbante de los sultanes era de color verde y tenía unos 30 cm de alto. La gorra también variaba de acuerdo con la posición o actividad de quien la lucía. Los cocineros del sultán, por ejemplo, la usaban muy grande y muy hueca y terminada abajo por cuatro puntas. En general, los hombres llevaban la cabeza rapada, dejando un mechón sobre la nuca. La barba era considerada como un adorno venerable, y el corte de la misma estaba determinado también por la posición social del individuo. El traje de los hombres de clase baja se componía de sayo y de pantalones o de una camisa larga. En la época fría usaban una capa de piel o tela gruesa. El calzado era muy simple: una babucha que cubría sólo el empeine.

Los detalles de la vestimenta entre los turcos tenían gran importancia para indicar la condición social de los mismos. El traje de los hombres de clase baja se componía de camisa, pantalones y sayo, pero estas prendas eran más estrechas y cortas que las usadas por la clase alta. Entre la gente humilde, los pantalones y el sayo llegaban hasta las rodillas, donde se ataban. Los soldados llevaban un caftán largo y recogían los faldones metiéndolos debajo del cinturón para poder moverse o accionar con mayor libertad. También debe destacarse que el traje de las mujeres se distinguía del de los hombres por los adornos y tocados, pues el corte era similar. Ellas usaban pantalones largos y muy anchos, provistos en la cintura de un cordón para sujetarlos; lo mismo ocurría en los tobillos. Los jenízaros o guardias del sultán usaban un sayo de color azul y un alto sombrero de fieltro blanco, el cual lucía un penacho de plumas verdes si el que lo llevaba se había destacado por su valor en las batallas o en defensa del soberano.

La vestimenta de la mujer turca incluía pantalones anchos y largos ajustados en los tobillos, una camisa ceñida al cuello y las muñecas, confeccionada con hilo fino de color blanco o de gasa negra y con adornos de encaje. Además de la camisa, cubría el cuerpo un camisolín que llegaba hasta la mitad del muslo y que tenía mangas cortas o carecía de ellas. El sayo, abierto por delante, caía hasta los tobillos, con mangas cortas y anchas o bien largas y ceñidas. Como cinturón usaban tiras largas de tela de muchos colores o un chal que rodeaba el talle. Las mujeres cubrían el rostro con un velo de gasa blanca o de muselina negra que se fijaba en el tocado o en la gorra y que dejaba ver sólo los ojos. Las gorras tenían formas muy diversas: redondas o chatas, puntiagudas y cilíndricas. Las de las damas de clase alta se destacaban por sus hermosos bordados de piedras preciosas y perlas. Llevaban el cabello largo, pero para salir se hacían trenzas que ocultaban debajo del gorrito o dejaban caer sobre los hombros.

LOS CHINOS
Entre los chinos el traje femenino, salvo en algunos detalles, era semejante al masculino. Las damas de categoría usaban una redecilla de malla espesa de seda, camisa corta abierta por delante, anchos pantalones sujetos a los tobillos para que resalten los pies pequeños, o túnica larga. Sobre ella se colocaban una prenda amplia, abierta por delante y cruzada que podía abrocharse a un lado, con mangas muy anchas que servían de manguito, ya que para una china era algo desagradable mostrar las manos o los pies. Un adorno característico era una bufanda larga con las puntas caídas o una banda cruzada en el pecho que se ataba a un lado. Los zapatos eran de suela gruesa, plana o inclinada de tal modo que el pie llegaba a sostenerse por la punta de los dedos. En invierno esta prenda estaba forrada con pieles. El peinado variaba de acuerdo con la localidad, pero en general se hacían una o varias trenzas y las arrollaban en un rodete sobre la cabeza sujetándolas con dos agujas. En las sienes usaban adornos de flores o de perlas.

China es uno de los países más extensos de la Tierra y de más antigua cultura. Se cree que estuvo habitada desde tiempos muy remotos, pero los primeros datos históricos se remontan, aproximadamente, al año 1000 antes de Jesucristo. China se mantuvo aislada y casi desconocida para los europeos hasta los viajes de Marco Polo en los siglos XIII y XIV. A partir de entonces comenzaron a difundirse muchos descubrimientos de los chinos, como la seda, y también sus costumbres tradicionales e ideas religiosas. La vida social tenía un gran refinamiento, y en la época contrastaba con la de los occidentales. Sus hábitos estáticos se reflejaban también en la moda, que experimentó pocos cambios en el transcurso de los siglos. Tanto los hombres como las mujeres usaban una túnica semilarga con mangas anchas y cuello alto. Las damas de la clase alta vestían un sayo que les llegaba hasta los pies; sobre él, una túnica abierta adelante que descendía hasta las rodillas y con adornos de seda en el ruedo.

Dadas las características del pueblo chino, apegado a sus costumbres y tradiciones, la moda no experimentó muchas variantes en el transcurso de los siglos. Los nobles vestían una larga túnica de seda o de brocado, abierta abajo por un lado con cuello tipo pelerina y mangas anchas y largas que cubrían las manos. Sobre la cabeza una cofia y una pañoleta de seda o raso que caía sobre los hombros. También usaban pantalones anchos y cortos, sujetos debajo de las rodillas hasta donde llegaban las botas. Sobre ellos se colocaban una túnica que llegaba hasta las rodillas con mangas largas y estrechas y una chaqueta corta de mangas anchas. Era común usar un casquete redondo, ajustado con tiras de terciopelo de diferentes colores, con una abertura en lo alto para sacar la trenza larga con la que sujetaban los cabellos. Las clases más humildes llevaban pantalón amplio, sujeto debajo de las rodillas, y chaqueta corta y suelta.

El traje del emperador en la China era de extraordinaria belleza no sólo por las ricas telas sino por los suntuosos adornos. Por lo general constaba de tres túnicas, una sobre otra, sin mangas. La más corta se colocaba sobre las más largas y dejaba pasar las mangas. Esta túnica exterior corta estaba bordada en sedas de colores y prevalecía el amarillo. La segunda túnica tenía también bordados y aplicaciones y la tercera se destacaba, además de los bordados, por una ancha cenefa de terciopelo azul. Botones de oro y de nácar completaban el adorno de las túnicas. En la cabeza el emperador llevaba un casco de oro en forma de embudo, con piedras preciosas aplicadas, y en la parte superior un penacho de plumas. El calzado era de cuero suave con la suela de la parte delantera levantada hacia arriba y un borde rojo en el empeine. Medias de seda dorada cubrían el pie y la pierna y como adorno se llevaba una cadena de oro en el tobillo. Las mujeres de clase noble se apretaban los pies con vendas para achicárselos.

El uniforme de los soldados de infantería, tanto de diario como de gala, consistía en dos chaquetas, una más larga que la otra del color del pabellón o regimiento al que pertenecían y podían ser amarillas, blancas, rojas o azules. En la parte de delante y en la de atrás de la chaqueta se colocaba un disco de tela con las insignias de la división y la palabra "ping" que quiere decir: soldado. Sobre el pecho cruzaban dos correas: de una de ellas colgaba el sable y de la otra una cartuchera con arco y flechas. En la infantería se distinguía una división que, por su uniforme, se llamaba "tigre" . El sayo era de color amarillo con rayas de color café, y la cabeza se cubría con un casquete redondo con orejeras que imitaban la cabeza de ese felino. Los soldados de caballería vestían sayo que cubría los muslos y estaba guarnecido con planchitas de hierro. Los pantalones eran de algodón y llegaban hasta media pierna. La cabeza estaba protegida por un casco en forma de embudo con adornos según el grado militar.

En China se llamaba mandarines a los altos funcionarios y consejeros del emperador.(También se les decía kivan.) Se dividían en nueve categorías de dos clases cada una. Se distinguían por los botones esféricos en lo alto del birrete y que eran encarnados (de coral o de piedras preciosas) en la primera y segunda categoría: azules (de cristal o de piedras preciosas) en la tercera y cuarta; blancos (de cristal o de vidrio) en la quinta y sexta, y amarillos (de oro o dorados) en las tres últimas categorías. Para las ceremonias los mandarines usaban una túnica abierta hasta los pies por delante, guarnecida por galones anchos. A los servidores de mérito el emperador les concedía algunos distintivos especiales, como ropas de color amarillo (el tono preferido del soberano), cordones o collares de coral y plumas de pavo real. Las sombrillas y bastones eran también distintivos honoríficos, y los embajadores imperiales se distinguían por un bastón de bambú amarillo.
La India está situada en una gran península del Centro - Sur de Asia. Está habitada desde tiempos prehistóricos, pero hacia el año 2000 antes de Cristo se produjo la invasión de los pueblos arios, que lograron imponerse y constituyeron reinos en los cuales la sociedad estaba regida por un sistema de castas. De las épocas primitivas tenemos poca documentación, pero en algunos vasos y pinturas murales se advierte que antiguamente ni los nobles ni los reyes se cubrían el toro. Los hombres se rodeaban las caderas con un paño llamado dhotis, la única prenda que usaban muchos pobladores.Los guerreros tenían desnuda la parte superior del cuerpo y como manto usaban un estrecho pedazo de tela que echaban hacia atrás por encima de los hombros. La primera de las castas gobernantes era la de los sacerdotes; la segunda, la de los guerreros; la tercera, la de los comerciantes y obreros. El signo distintivo de cada una de ellas, que se consideraba sagrado, era un cordón que cruzaba desde el hombro izquierdo, pasando por debajo del brazo derecho y que se componía de tres hilos de distinto material, según las castas. En los sacerdotes, el cordón era de algodón; en los guerreros, de cáñamo;de lana para los demás.

En la India, la vestimenta femenina fue naturalmente evolucionando a través del tiempo. De las épocas primitivas han quedado algunas esculturas que permiten conocer c6mo era la indumentaria en los tiempos remotos y que por lo general dejaba sin cubrir el torso.

De acuerdo con ellas, las mujeres usaban también una especie de taparrabos y una falda sujeta por una faja a la cintura y un cubre pecho de lana o algodón. A veces un lienzo admirablemente plegado cubría la cadera, el busto y la cabeza. Las mujeres de castas inferiores iban descalzas, pero las demás usaban sandalias sobre pies desnudos, calzado alto de cáñamo o de cuero blanco con tacones altos. Pero la prenda más nota, colocado de diversas maneras según el gusto o las necesidades. El atuendo femenino era el sarí, un pedazo de tela rectangular con guardas en los bordes y sabiamente plegado alrededor del cuerpo y la cabeza que confiere a quien lo lleva particular encanto.

Entre los antiguos indios, los trajes tenían ciertas particularidades que permitían distinguir a los componentes de las distintas castas. El signo distintivo entre la de los sacerdotes, la de los guerreros la de los comerciantes era un cordón que cruzaba desde el hombro izquierdo, pasando por debajo del brazo derecho, y que se componía de tres hilos: de algodón para los sacerdotes; de cáñamo para los guerreros, y de lana para los demás. Los de las castas inferiores debían vestir un sayo de lana, un cinturón de cáñamo, manto de piel de chivo y bastón alto de rama de higuera; de esta manera, eran identificados fácilmente. Los sacerdotes o brahmanes llevaban vestidura blanca de cáñamo, cinturón hecho con la albura de la caña de azúcar y un alto bastón de bambú. Según las ordenanzas, los guerreros eran los que gozaban de mayor libertad para vestirse.

Los príncipes o rajaes vestían túnicas sujetas con un cinturón con adornos de oro que colgaban a los lados, y completaban el traje con botas y babuchas.

La India ofreció, en el transcurso de los siglos, una gran variedad de prendas de vestir tanto por las diferentes castas como por los distintos pueblos que se establecieron en su territorio. Así varia desde la desnudez casi completa hasta el equipo de todas las partes del cuerpo, y junto con telas muy armadas, como los brocados, hasta las tenues muselinas. Algunas prendas se endosaban y aplicaban al cuerpo, como el dhotis - delantal usado por los hombres en torno de las caderas- y el sarí, con que se envuelven las mujeres de arriba abajo. Entre las prendas cosidas masculinas estaban el pantalón, el sayo y la veste o túnica. El atuendo típico de las mujeres era el sarí o sarí, que consistía en una tela rectangular que se colocaba alrededor del cuerpo, cruzando las piernas y cubriendo hasta las rodillas, para pasar el otro extremo por la cabeza. Generalmente, el sarí no estaba realizado con telas teñidas y sólo tenia una orla alrededor, pero las damas de las castas superiores lo usaban de telas multicolores con guardas de oro.

En la India existía, disperso, un pueblo llamado parsi, descendiente de los antiguos persas y adorador del fuego. El traje de los hombres era muy cómodo y adecuado al clima. Se componía de anchos pantalones de seda, camisa de muselina y ancho sayo de seda o de algodón. Las mujeres usaban una toca y se echaban encima el sarí. Los niños se cubrían con el sadra, camisa semejante a una cota de malla que llevaban consigo los antiguos persas. Existen miniaturas de los siglos XVI y XVII que representan á príncipes indo - mongoles y sus mujeres. Según ellas, los hombres sujetos a los tobillos y túnicas ajustadas con mangas, cuello que tapaba la nuca y abertura en el pecho. El distintivo del poder entre los rajaes eran la faja y el turbante; éste era pequeño y, por lo general, de color blanco, sujeto detrás de la cabeza por una ancha cinta. Las mujeres usaban el mismo traje, pero sin sus insignias.

Muchos detalles de la indumentaria masculina y femenina en la India durante los siglos XVI y XVII los conocemos por miniaturas hechas por artistas indígenas. Entre ellas figuran las de príncipes indomongoles, llamados moguls. Los hombres llevaban amplios pantalones sujetos al tobillo y túnica ajustada, generalmente con mangas, cuello alto que tapaba la nuca y abertura en el pecho. La túnica era de tela transparente, caía de las caderas hasta las pantorrillas y tenia muchos pliegues. Los príncipes indios resguardaban sus pies con medias, pero llevaban también calzado alto con punta de pico. Los indios brahmanes se pintaban el rostro: las mujeres se untaban el cabello con pomadas y se ennegrecían las cejas con carbón.

Cada india llevaba en la cabeza tres clases de adornos, que eran los símbolos del agua, del viento y del aire y debían corresponder al carácter lacrimoso, borrascoso o etéreo de la mujer. El adorno de la cabeza de los hombres era cuadrado y triangular: simbolizaba la tierra y el fuego, como expresión de la naturaleza firme y ardiente del hombre. Las mujeres usaban joyas en las orejas, cuello, brazos, etcétera.
Los antiguos pobladores de Rusia fueron los eslavos, pueblos que habitaban desde el mar Báltico hasta el mar Negro. Del modo de vestirse en los tiempos primitivos no existen muchos datos, pero igual que los sármatas y escitas, usaban pantalones, calzado de correas, sayo, manto y gorro. Hacia los siglos VIII al XII, el traje de los hombres se componía de camisa de tela con mangas largas y anchas, sayo hasta las rodillas, sin mangas, abierto por delante y sujeto en el pecho por una hebilla y en las caderas por un cinturón. Los pantalones eran anchos, y en épocas de mucho frío se ponían uno encima de otro, atados por debajo de las rodillas o de los tobillos. De la espalda pendía un manto sujeto por cadenitas. Las mujeres usaban una camisa que llegaba hasta media pierna, cerrada en el pecho con una hebilla, ajustada con un cinturón en las caderas, y bordada igual que el manto. En la cabeza, el típico adorno femenino era un aro.

En la época medieval la vestimenta de los rusos sufrió una gran influencia de los bizantinos, de modo que los trajes se hicieron suntuosos. En lugar de los hábitos cortos, abiertos por delante, se llevaron al estilo de Bizancio: largos, cerrados y con adornos de colores en los bordes. Los nobles usaban un manto que se sujetaba en un hombro por medio de un broche. En la cabeza los hombres usaban una gorra con adorno de pieles, y las mujeres un manto con ricos bordados. Las invasiones de hordas mogólicas provenientes del Este de Asia quebraron la influencia bizantina, y si bien las clases inferiores conservaron su sencilla manera de vestir, las clases altas adoptaron la moda de los vencedores. Entonces comenzó a usarse un ropón abierto adelante y abrochado, y en lugar de manto un caftán con mangas cortas y anchas o bien largas y estrechas. En la parte superior había una abertura para pasar, si se quería, el brazo, de modo que el resto de la manga colgaba libremente, detalle que resultaba muy original.

La transformación del traje en su parte principal en Rusia se produjo en el siglo XVIII; sobre todo, durante el reinado de Pedro el Grande. Los hombres usaban camisas con cuello estrecho, ancha, corta, lisa, alrededor del cuello y en la espalda. En la abertura del pecho y alrededor de las bocamangas tenían bordados de colores de seda, oro y perlas. Los pantalones eran anchos, y sobre la camisa se colocaban un caftán estrecho que les llegaba hasta las rodillas, con mangas tableadas en el extremo. Para salir vestían, además, un ropón de damasco, raso o brocado que llegaba hasta el pie. Este ropón iba adornado con botones o cordones y borlas y un cuello de piel. En la cabeza usaban gorras de fieltro blanco con guarniciones de piel, y cuya forma variaba según la dignidad del personaje. Así, la de los príncipes era alta y adornada con piel de zorro o marta y adornos de oro y perlas. Las damas de posición elevada llevaban un largo ropón, y sobre el mismo una capa adornada con pieles en los bordes.

En la época de Pedro el Grande (fines del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII), los hombres usaban anchos pantalones de seda, paño o tela que se metían en las botas (altas y de piel), ropón largo de seda o de lana, según las estaciones, y que podía cruzarse por delante. Las mangas eran anchas por arriba y estrechas en las muñecas. Para salir se colocaban un sobrerropón largo, con cuello alto forrado de pieles y abierto en la parte delantera. El traje se completaba con una gorra de pieles o un sombrero redondo, también con ribetes de piel. Este traje largo, que hasta lo vestían los labradores mas acomodados, dejó de usarse por orden de Pedro el Grande, quien también ordenó a sus soldados que por mandato imperial lo cortaran hasta las rodillas. Las mujeres de posición de esa época llevaban una camisa con mangas anchas y abullonadas que se estrechaban hacia abajo; luego, un ropón, abierto por delante y con botones o borlas y cordones. El traje femenino se completaba con un manto forrado y guarnecido de pieles.

La influencia bizantina, con ricas telas, bordados y. adornos, se mantuvo durante mucho tiempo en la moda femenina rusa. Las mujeres usaban un ropón abierto por delante, con botones a todo lo largo del pecho y también con cordones y borlas. Sobre él se colocaban un amplio manto adornado en el cuello y los bordes con pieles finas, y a veces también forrados con ellas. El tocado consistía en gorra de brocado, raso o damasco con guarnición de castor o cordones de oro. En el siglo XVII, las damas de categoría llevaban un adorno en forma de diadema y velos alrededor del cuello con adornos de perlas. Las mujeres usaban el cabello largo, enrollado debajo de la gorra. El uso de las joyas estaba muy generalizado; las damas pudientes lucían alhajas de oro y de plata y piedras preciosas; las de condición inferior, de latón. El calzado era de cuero suave y con tacos elevados, de modo que los pies descansaban sobre los dedos.

La influencia de los bizantinos y de los mogoles asiáticos en la moda rusa se advertía especialmente en la vestimenta de los zares. Éstos llevaban un caftán, abrochado por delante, con cuello alto; en lugar de botones tenía perlas o piedras preciosas. En la cabeza calzaban una corona o gorro redondo con guarnición de pieles; aquélla remataba con una cruz. L8 corona de la zarina carecía de pieles, pero en cambio tenía un velo que se sostenía alrededor del cuello. En las grandes recepciones, el zar lucía un collar con imágenes de santos y una cadena de oro con una cruz doble. Los soldados y algunos nobles usaban cascos de metal, escudos puntiagudos forrados de cuero rojo, lanzas largas y flechas. También se colocaban corseletes de cuero a modo de corazas. Los escudos eran de varias formas, aunque el más usual era el redondo, que tenía cuerdas de color en forma de espiral alrededor del centro. Los soldados de infantería estaban armados con sable ancho, de hoja de doble filo, a veces dentada; los de caballería, sable curvo.

LOS HOLANDESES
A fines de la Edad Media y comienzo de la Edad Moderna, los países bajos estuvieron sometidos a las influencias francesa, alemana y más tarde, española. En el siglo XIV, mientras Inglaterra y Francia se debilitaban tras la larga guerra de los Cien Años. Los Países Bajos adelantaron mucho en la fabricación de tejidos de lana, hilo, seda y algodón. A fines de los siglos XIII y XIV, la túnica se acortó hasta media pierna y se sujetaba con un cinturón. La prenda más común de abrigo para las distintas clases sociales era un sobretodo corto, pero los nobles usaban una capa amplia que les llegaba hasta los muslos y que iba forrada con pieles o con telas finas y bordados. Las calzas eran largas y estrechas; sobre ellas, unos calzones amplios con acuchillados de seda. La camisa era de hilo blanco con una amplia gorguera que sobresalía del jubón o chaqueta. El sombrero más característico era de fieltro con copa alta y con adorno de cintas y alguna joya. El calzado era de cuero suave y cubría completamente el empeine.

A principios del siglo XVI, por influencia de la moda italiana, dejó de usarse el traje ceñido para dar paso, en cambio, al ancho. Los hombres adoptaron los calzones amplios, con cuchilladas forradas de seda. El jubón de escote cuadrado se rasgaba por pecho y espalda, horizontal y perpendicularmente, y las aberturas se rellenaban de seda de colores. Las mangas se acuchillaban de la misma manera en hombros y codos, y se ponían faldetas postizas que llegaban hasta las rodillas. El cabello se llevaba cortado por la frente en línea recta y cubierto con una toca ancha. El traje femenino era abierto en el pecho, y las aberturas se cubrían con colores: las mangas estaban llenas de adornos; el borde del escote, guarnecido con un bordado. En la segunda mitad del siglo XVI, a las alegres modas con sus colores y cuchilladas sucedieron otras de origen español, más rígidas y severas, y de tintas oscuras. Las mangas se hicieron más estrechas y con pespuntes formando dibujos muy originales y variados.
La vestimenta de los nobles portugueses era semejante a la de los españoles, pero tenia también influencia de los ingleses. Los hombres usaban una chaqueta larga que cubría las bragas anchas, metidas dentro de botas altas ensanchadas en la parte superior. En la cintura llevaban un cinturón ancho que terminaba en largos flecos. Los cuellos eran amplios, con bordados y encajes. También se usaban las golillas o gorgueras. La anchura de la gorguera elegante era, aproximadamente, de unos 25 cm y contenía desde 16 a 17 o más metros de linón de hilo muy fino o de batista. Las mujeres usaban vestido largo con falda amplia y un abrigo con las mangas acuchilladas. Lucían cabellos largos uy la frente despejada. Los personajes de la nobleza ostentaban joyas con piedras traídas de Oriente y de Brasil.

EUROPA OCCIDENTAL

A fines del siglo XIX, la moda se fue unificando en Europa Occidental y su influencia llegaba también al Nuevo Mundo. París se convirtió en la ciudad donde residían los más famosos creadores. Las casas de moda atraían a personajes de la nobleza o burgueses ricos, de modo que en las clases altas la moda era semejante en Francia, el Reino Unido, Italia, España y Alemania. Naturalmente, en muchos de esos países se conservaron detalles tradicionales en la vestimenta y los trajes típicos de ciertas regiones. Las damas usaban falda ajustada adelante y amplia atrás sostenida con enaguas que terminaban en delicados encajes. Las blusas eran también ajustadas, con el cuello alto y estrecho con adornos de encajes y puntillas. El abrigo más común era una capa de paño corta, a veces con dos partes. El sombrero era pequeño y con adornos de cintas en forma de lazo, flores y tul. La vestimenta masculina se hizo más sobria, prefiriéndose los trajes de telas oscuras.

A fines del siglo XIX y principios del siglo XX la moda masculina se hizo muy sobria en los países de Europa occidental y de América. La vestimenta masculina y femenina de las clases altas era semejante, y los modelos básicos eran creados en París. El traje masculino constaba de tres piezas: chaqueta larga con cuello y solapa: el chaleco, por lo general de la misma tela o de gamuza, y pantal6n con dobladillo hacia afuera. La camisa era generalmente de seda blanca, lisa, con cuello duro y se usaba con una corbata fina o un lazo.

El sombrero de fieltro tenía alas anchas levantadas en los bordes. Completaban el atuendo guantes de cuero y bast6n con mangas de diversas formas y materiales. El cabello se usaba corto, y los bigotes eran grandes e inclinados hacia arriba.

Hacia el año 1910 la vestimenta femenina abandonó la austeridad característica de fines del siglo anterior y se hizo más suntuosa. Volvieron las telas como el terciopelo, el brocado, las sedas brillantes, los encajes y los bordados, La falda, ya sin miriñaque, se recogía con pliegues que le daban un movimiento particular La chaqueta de brocado llegaba hasta la cintura y tenía adornos de piel de zorro blanco en el cuello, en los puños o en manguitos para abrigar las manos.

Los sombreros tenían gran importancia en la indumentaria. Por lo general eran de ala ancha: en invierno, de fieltro o terciopelo con adornos de pieles y plumas: en verano, de paja con flores, pequeñas frutas de tela y tul. El accesorio más común era el bolso y se confeccionaba de terciopelo o de raso bordado con piedras o perlas. El calzado era, por lo general, de raso o de gamuza con tacones altos.

EUROPA Y AMERICA

Hacia el año 1910 la vestimenta femenina abandonó la austeridad característica de fines del siglo anterior y se hizo más suntuosa. Volvieron las telas como el terciopelo, el brocado, las sedas brillantes, los encajes y los bordados, La falda, ya sin miriñaque, se recogía con pliegues que le daban un movimiento particular La chaqueta de brocado llegaba hasta la cintura y tenía adornos de piel de zorro blanco en el cuello, en los puños o en manguitos para abrigar las manos.

Los sombreros tenían gran importancia en la indumentaria. Por lo general eran de ala ancha: en invierno, de fieltro o terciopelo con adornos de pieles y plumas: en verano, de paja con flores, pequeñas frutas de tela y tul. El accesorio más común era el bolso y se confeccionaba de terciopelo o de raso bordado con piedras o perlas. El calzado era, por lo general, de raso o de gamuza con tacones altos.

Hacia el año 1925 la falda en el atuendo femenino llegó hasta la rodilla, Nunca, hasta entonces, en la historia de la moda la mujer elegante había llegado a usar una falda tan corta. Pero luego volvió a descender y a mediados de la década de los '30 los vestidos de día estaban a unos 25cm del suelo y los de fiesta tocaban el mismo. La línea de la cintura duró hasta los últimos años de la década, en que comenzó a subir lentamente y la cintura recuperó su lugar normal. El cabello - que en la década anterior se usaba corto- volvió a usarse más largo. Se generalizó el empleo de cosméticos tanto para la mujer joven como para la de más edad. El calzado escotado y el escarpín se usaban durante todo el año.

Los caballeros llevaban trajes de franela, principalmente con rayas blancas sobre fondo gris, camisa blanca y corbata de colores. El rancho era, en verano, el típico sombrero masculino.
Ha estado con nosotros ...22 de Septiembre de 2004Jesús del Pozo
1. Hola Jesús. Quería felicitarte por la colección que presentaste ayer y sobre todo decirte que el vestido que hiciste para la infanta Cristina en la cena de gala antes de la boda del Príncipe, es precioso y creo que es la vez en la que más guapa he visto a la infanta Cristina. Enhorabuena y gracias por tu trabajo.
Muchísimas gracias. Tuvimos suerte en acertar con los trajes que le hicimos para la boda del Príncipe, y creo que la infanta también está muy contenta con el trabajo que hicimos. Me alegra mucho que te hayan gustado y espero que sigas siempre nuestro trabajo.

2. ¿Podría usted definirnos la elegancia?

La elegancia es algo innato, ni se aprende ni se compra. O naces con ella, o te mueres sin saber lo que es.

3. me encanta el aire que tiene la moda esta temporada. ¿Sugerencias para ir genial sin convertirme en una fashion victim??

Ponte lo que más te guste, con lo que mejor te sientas y olvídate de todo lo demás.

4. Hola Jesús. Sólo quería agradecerte que tus precios están más o menos controlados, ya que otros diseñadores, con ropa menos trabajada que la tuya (tejidos más baratos, patrones más fáciles) cobran muchísimo más!! Así que gracias por hacer que el diseño esté al alcance de todos...

Es uno de los objetivos que yo me he propuesto, que nuestra ropa sea asequible. Tengo que luchar mucho para conseguirlo pues los costes de nuestro patronaje son muy altos.

5. ¿El vestido para el cuerpo, o el cuerpo para el vestido?

El vestido para el cuerpo siempre. Para sentirle y para disfrutarle, nunca para sufrirle.

6. ¿Puede la moda ser democrática o perdería glamour y elitismo si todos pudiéramos llevarlo todas?

Nunca podemos todos llevar todo. Pues no tenemos el mismo cuerpo, y sobre todo no tenemos la misma forma de pensar, que es lo más importante a la hora de elegir un vestuario.
7. Corren rumores de que esta edición está siendo muy floja, ¿cómo la ve usted?
Yo no la he visto. Habrá que esperar a que acabe la pasarela para sacar una conclusión.

8. ¿Qué recomendarías a diseñadores jóvenes que quieran llegar alto sin tener que ser "víctimas" de la moda? Besos, Blanca

Lo que menos debe ser un diseñador es víctima de la moda. Lo que sí desde luego tiene que ser es víctima del trabajo. Solo en el diccionario éxito viene antes que trabajo.
9. Cuáles son sus tres prendas eternas

Camisa blanca, pantalón negro y pañuelos de cuello.

10. A qué mujer le gustaría vestir? Con nombres y apellidos, digo

Hay tantas mujeres a las que me gustaría vestir, que no puedo decir ni nombres ni apellidos. Sobre todo pido que sean inteligentes.

11. Desde abajo de la pasarela, las modelos se ven como diosas, ¿cómo es su vida cuando se las mira de cerca? son princesas sin príncipe o son chicas normales? No tiene un precio esa profesión? Porque todo tan perfecto da un poco de miedo ¿no?
Hay de todo. Hay chicas absolútamente normales, hay chicas que se creen diosas y no lo son, y hay diosas que no lo saben. Si tiene un precio: viajar demasiado y estar siempre fuera de casa. Para mi sería lo más terrible.

12. Recomiéndeme 3 prendas básicas para este invierno, por favor. Enhorabuena por sus maravillosos trajes para la Infanta en la boda de su hermano.

Aunque sin conocerte, me resulta difícil, yo te diría que una buena falda tableada, un sueter de cashemire y unas botas cómodas.

13. Nos imaginamos como trabaja un periodista, un abogado pero ¿cómo es la vida de un diseñador de moda? ¿cómo se llega a lo ma´s alto en un mundo tan subjetivo y que mueve tanto dinero*?

Trabajando, trabajando y trabajando. Pero mi vida es absolútamente normal y apasionante porque cada día me puedo permitir el lujo de trabajar en algo distinto.

14. Su colección de ayer fue mucho más fresca y juvenil de lo que estamos acostumbrados a ver ¿a qué se debe ese giro? Enhorabuena!

A que renovarse o morir. Estoy pasando una buena época en mi vida profesional y personal, y creo que eso se nota en el trabajo.

15. Buenos días. Una preguntita, influye el color de piel, o de pelo a la hora de elegir un color para vestir buscando la elegancia?. Qué colores van más con el pelo moreno rizado y la piel oscura?. Gracias

Efectivamente influye el color de pelo y de piel para los tonos que te pongas pero es difícil recomndarte uno sin verlo. Por regla general nunca te sentarán bien los colores ácidos, y por el contrario funcionarán los pasteles.
16. El hecho de tener dos pasarelas en España, ¿no es dividir fuerzas en lugar de unirlas?

Pues efectivamente llevas toda la razón y es algo por lo que llevamos luchando muchos años. Pero es un problema más político y económico de ciertos sectores que de nosotros los diseñadores.

17. ¿Qué prenda jamás llevaría usted?

Nunca digo jamás.

18. Cómo situaría la moda española en el resto del mundo. Estamos marginados o es que nos apocamos nosotros solos, porque cada día más diseñadores patrios conquistan las pasarelas internacionales
En diseño España está en uno de los primeros lugares del mundo y en estos momentos, en lo que estamos trabajando es en conseguir una industria y unos empresarios capaces de colocar nuestro producto igual que lo hacen los franceses, italianos o americanos. 19. Felicidades por la nueva colección, tiene un toque cinematográfico que me encanta. Dónde puedo ver la colección en internet?
En estos momentos está colocada en el mundo.es y en vogue.com, y dentro de muy poco tiempo en nuestra página web que esta en proceso de reforma.
20. Es un subidón que tus diseñadores clásicos se renueven. No hay nada como la experiencia paseando de la mano con la vanguardia. Dígame dónde puedo comprar las prendas que vi ayer ¡las quiero todas!

En mis tiendas (por ejemplo en Almirante, 9, 1º izda de Madrid), en muchos de los centros de El Corte Inglés, en tiendas multimarcas, pero tendrás que esperar a febrero de 2005 para poderlas comprar. Si necesitas más información ponte en comunicación con nosotros en el 91 531 36 46.

21. Cual es el largo de falda esta temporada?

Justo cubriendo la rodilla. Pero cada uno debe de ponerse el largo que le favorezca y mejor le siente.

22. ¿Me recomienda algo para que no se me marquen los pezones en un traje de novia? Tengo ese problema, y no sé qué haré ese día. Saludos y enhorabuena.

Vete a mi tienda a comprar el traje de novia, allí te solucionarán el problema.

23. Soy un apasionado de la moda. Ayer vi que su línea ha dado un gran giro. ¿Aceptaría que le dijese que vi influencias de La Casita de Wendy y Ágatha Ruiz de la Prada?. El estilo resultante me pareció muy similar.
Acepto todo lo que me digas pero no comparto tu opinión.

24. Altas, delgadas para la pasarela fenomenal, pero en la calle hay otra realidad, o así lo percibo, ¿las gorditas no visten? hablo de talla 48, 50

El problema de que no se encuentren tallas no es de los diseñadores sino de los responsables de tienda. Ellos son los que compran las tallas que creen van a vender. Nosotros fabricamos hasta incluso talla 48.

25. Me está encantando como contestas. joder, me pareces un tipo listo, inteligente y NORMAL. Qué delicia, esta es la verdadera forma de acercar la moda a la gente, no sólo en pasarelas y revsitas femeninas ¡yo soy un hombre!

Como me gusta que te guste. ¿Tú como eres?

26. No soy una experta pero siempre he pensado que lo que Vd. hace es diferente a todo y que su ropa podría triunfar en el extranjero porque no hay nada igual, ¿es difícil exportar?, ¿le faltan apoyos o ganas de complicarse?. Un saludo, espero algún día ganar suficiente dinero para comprarme ropa suya.

Hay un poco de todo. Pero ya mi ropa se puede comprar también en el extranjero, por ejemplo en EEUU, Japón, Arabia Saudí, Argentina y Méjico. Otros productos, como perfumes y accesorios, se comercializan en 120 países. Muchas gracias por pensar así de mi trabajo.

27. A mi modo de ver los diseñadores/as ingleses llegan mejor al gran público, ¿ que piensa ?. ¿ No deberían los diseñadores/as españoles seguir el modelo inglés y no fijarse tanto en Francia o Italia ?

No creo que sea así. Prueba de ello es que la Fashion Week de Londres cada día pierde fuerza. Sin embargo, Francia y EEUU si creo que son modelos a seguir, incluso más que Italia.

28. ¿Qué opina de las nuevas generaciones de diseñadores españoles?

Hay como todo en esta vida, los hay buenos y menos buenos. Habrá que esperar para saber que pasa.

29. ¿Qué opina de la crisis desatada por las Ministras al posar para la revista Vogue?

Que se le ha dado demasiada importancia.

30. Sólo una apreciación: ¡eres el más grande!

Gracias. Seguro que tu también.

31. ¿Como compaginar una vida activa, intelectual con una imagen cuidada? Sinceramente, lleva mucho tiempo no?

No, no lleva mucho tiempo. Las cosas tienen que salir naturalmente.

32. Hola Jesús, ¿Nos vestimos adecuadamente los españoles o pecamos de horteras?

No se puede generalizar, creo que en España cada vez se viste mejor, pues cada vez tenemos más información y una mayor cultura de moda.

33. Buenos dias, Ha dejado algun diseño a medias por falta de acuerdo con la clienta? como es esta negociacion?...gracias!

No, no he dejado ningún diseño a medias porque si el acuerdo con la clienta no ha llegado, no se ha empezado el diseño. He dejado muchos diseños a medias para mis colecciones porque los resultados no me convencían.

34. ¿Trinidad Jiménez o Ana Botella?

Las dos y ninguna.

35. ¿Cómo ve la crítica de moda española? ¿Qué personas me recomendaría que leyese?

La crítica de moda inmediata a las colecciones no hay que tenerla muy en cuenta, es muy subjetiva. Creo más conveniente los consejos de las revistas especializadas.

36. Me gusta la moda, no soy fashion victim pero vamos, me gasto toda la proporción que puedo de mi sueldo en ropa, aunque sea en Zara. Ahora bien, a veces me descubro gustos un poco horteras a mí misma ¿se puede uno salir por la tangente de vez en cuando con ese bolso rosa fucsia de lunares que le ha conquistado o hay que reprimir nuestro lado kitch?

No te reprimas, sal por donde quieras y disfruta que es lo importante.

37. ¿Qué te parece que los presentadores de TVE informativos hayan prescindido de la corbata?

Depende de que presentadores, a unos les puede ir bien por su personalidad y a otros, no.

38. A tu industria se le relaciona con muchos males como vanidad, anorexia, clasismo, despilfarro...Defiendete! Que es lo mejor que aporta la moda a la sociedad?

Gusto y placer. Todo lo demás es la gente que no sabe utilizar la moda como algo que tiene que servir para facilitarnos la vida y no para complicárnosla.

39. Hola jesus,que consejos le das a una novia?

Que se vista de novia porque es un día especial, pero que nunca se DISFRACE de novia.

40. ¿Porqué implícitamente, incluso en tus contestaciones, al hablar de moda se nos va la cabeza a la moda femenina?, ¿no va siendo hora de decir qué el hombre también existe?

Claro que el hombre existe, tanto como la mujer. Y sin los hombres ¿qué harían las mujeres? Hoy día la moda masculina es tan importante como la femenina.

41. En las artes podemos ver colaboraciones, duetos, etc., por ejemplo Ana y Víctor cantando con Sabina, o Dragó prologando un libro de García Márquez, pero lo que nunca he visto es un diseño "a medias" entre dos diseñadores importantes. ¿Se te ocurre con quién te apetecería hacer un dueto de diseño?

Creo que son artes muy distintas, tampoco se me ocurriría ver una pintura hecha por dos pintores diferentes.

42. Hace años coincidíamos casi a diario comiendo en Estrella Campos, también llamado Julián, que luego cerraron de mala manera. Siempre me quedé con ganas de hablar más contigo. Pregunta: por qué es más fácil ir bien vestida con dinero y sin michelines? Mil gracias...

Con dinero casi todo es más fácil. Pero hay gente con mucho dinero que viste fatal y gente que con muy poco dinero se sabe buscar la vida bien. Lo de los michelines, o te los quitas, o los sabes disimular, o vives con ellos encantada.

43. Sr. Del Pozo, he visto fotos de su desfile de ayer y fue a verle la Infanta Cristina. Creo que nunca había ido a una pasarela. Qué detallazo. ¿Le sorprendió o se lo esperaba?. Besos desde Valencia.

A mis desfiles, la Infanta ya ha ido más veces. Tengo el honor de vestirla desde hace mucho tiempo. Y si a algunos años no viene es porque tiene otros compromisos.

44. Hola! una prenda imprescindible para este otoño y un color. Es un encanto de hombre.


Un color, el negro. Si eres chica, falda. Y si eres chico, también.

45. Buenos días. Hay algunos diseñadores españoles que desfilan en Cibeles y Gaudí que me parece que no aportan absolutamente nada nuevo. No es su caso. ¿No cree que habría que barrer en los calendarios?

Yo no soy quien barre aunque muchas veces me gustaría.

46. Solo queria darte las gracias. Me case hace dos años con un vestido tuyo y todavia mis amigas me dicen que no han vuelto a ver otro mas bonito (ni yo, por supuesto). Eres el mejor. Un beso. Cristina - Santander

Gracias a ti por elegir un vestido mío y espero que dentro de 20 años te sigas viendo igual de guapa.

47. Después de un recital de Ana Belen, soñé que yo también llevaría un vestido tuyo...El sueño no se ha cumplido...pero gracias por hacerme soñar...Me encanta todas tus creaciones. Besos

No hay que perder la esperanza. Todo llegará.

48. ¿Qué modelos le gustan especialmente?.

Las inteligentes.

49. Buenos días, guste o o lo que hagas, eres de los modistos que enorgullece tener en un país, por tu gran profesionalidad y buen hacer ¿por qué España no termina de despuntar en el mundo?¿es cuestión de industria?¿mal marketing? Estoy segura de que si no fueras Español serías 100 veces más reconocido. Besos.

Muchas gracias por tu opinión pero España todavía es un país muy joven en moda y nos queda mucho camino por recorrer. Sobre todo, efectivamente como tu dices, en marketing e industria.

50. Buenos días, ¿existe mucho plagio en el mundo de la moda?. ¿se ve perjudicado por esto? gracias

Si, existe mucho plagio pero yo no me siento perjudicado, todo lo contrario. Me parece que el día que no me copien, me tendré que retirar.

51. Buenas! Le parecerá ridículo pero, ¿cree que empezar desde cero a los casi 27 años para ser diseñadora, es ya tarde? Usted por dónde daría el primer paso? Enhorabuena por su trabajo!

Nunca es tarde. Yo empecé en la moda a los 28 años. Estás en la mejor edad para aprender y para asimilar.

Despedida
Muchas gracias a todos por haber estado conmigo durante más de una hora. Yo me lo he pasado muy bien y os aseguro que me encantaría chatear con cada uno de vosotros. Espero poder, en la próxima temporada, ponerme en contacto y seguir charlando. Besos...

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